EL CURRICAN: PESCA EN TRAVESIA
Seguimos en Gold Coast, Australia. Hemos decidido tirarnos por aquí una temporada. Mientras tanto, y hasta que llegue la nueva sesión de navegación a partir de la segunda quincena de Abril, os vamos a ofrecer una serie de artículos sobre nuestro normal desenvolvimiento cuando realizamos largas travesías. En esta ocasión os vamos a hablar sobre la pesca desde el Tin Tin.
La actividad pesquera a bordo, es mucho más importante de lo que en un principio se pudiera llegar a pensar. En una navegación costera, no deja de ser un pasatiempo o una afición deportiva más o menos consolidada, pero cuando se surcan los océanos, la situación cambia radicalmente. La pesca nos ha suministrado mucha proteína fresca a lo largo de estos años. En una navegación como la nuestra, no siempre es fácil conseguir alimentos frescos o mantenerlos a bordo ya que la capacidad de los refrigeradores / congeladores es limitada.
Por ello, la pesca, puede proveernos de alimentos de primera calidad junto con el desarrollo de una actividad entretenida, interesante y que requiere solamente técnica. La paciencia en pocas ocasiones es necesario ejercitarla cuando te encuentras viviendo permanentemente en la propia mar.
A bordo tenemos dos equipos principales de pesca. Dos fuertes cañas con carretes que albergan hilo de dacrón de 80 libras (40 kilos) de resistencia y 500 metros de longitud. También contamos con una gran variedad de señuelos de todos los colores, entre los que predominan el tipo “pulpito” y otros que son rígidos o articulables he imitan mejor a un pececillo asustado o herido. Quitavueltas simples, quitavueltas con mosquetón, anzuelos dobles de varios tamaños, nailon transparente de varios gruesos... etc componen el resto del equipamiento que nos permite montar rápidamente los aparejos variando los componentes a voluntad.
En estos seis años, nos hemos dado cuenta que cuando la velocidad de la embarcación es superior a los cinco nudos y la mar presenta una superficie alterada, cualquiera de los señuelos es efectivo, no importa forma ni color. Solo es necesario, lógicamente, pasar por donde haya un pez hambriento o curioso. Pero cuando la velocidad es menor o el estado de la mar se presenta en calma, es mucho mejor usar señuelos más realistas tanto en la forma como en su movimiento. En la siguiente composición fotográfica, podéis ver, en la parte superior derecha, el tipo de señuelo que más éxito nos ha brindado en esas condiciones de calma. También podéis observar los efectos de las diferentes “dentelladas” que ha sufrido.
Largamos los aparejos cuando el Tin Tin tiene una velocidad igual o superior a los cuatro nudos, y dependiendo de la necesidad de obtener pescado fresco, ponemos una o las dos cañas. A veces hemos largado también aparejos por la parte central de la popa cuyo terminal a bordo era un grueso y largo elástico. Los señuelos los alejamos unos veinte o treinta metros de la popa, he intentamos que estén situados dentro de las turbulencias que produce la propia estela de la embarcación. Regulamos los frenos de los carretes, sujetamos las cañas con un cabito de seguridad y continuamos con nuestra vida normal de travesía, incluso en la mayoría de las veces hasta nos olvidamos de que llevamos colocados dichos dispositivos de pesca.
A menudo pasan horas e incluso días sin que haya ningún resultado. Es bueno recoger los aparejos cada cierto número de horas para asegurarse de que no se ha enganchado algo en el señuelo, algas, hojas, ramas, plásticos... En la fotografía, un importante banco de bonitos en la proa del Tin Tin cuando cruzábamos el Atlántico.
Y en el momento mas inesperado ¡salta la carraca del carrete! A estas alturas ya sabemos, por la velocidad inicial con la que el pez saca hilo del almacenador, si lo podremos conseguir o por el contrario es demasiado grande y habrá que cortar cuanto antes el hilo. Vamos apretando despacio el freno y recuperamos lentamente el aparejo a fuerza de dar vueltas y más vueltas en el carrete. Hay veces que se van recuperando cincuenta metros de hilo, por ejemplo, mientras tanto el pez ha ido descansando y repentinamente una nueva carrera y otros cien metros fuera.
Dependiendo del tamaño, poder acercar un buen ejemplar al costado del barco, es cuestión de muchos minutos y un notable esfuerzo de los brazos. En la mayoría de los casos, es necesario reducir la superficie vélica de la embarcación para disminuir la velocidad, pero nunca por debajo de los tres nudos con el fin de poder ejercer sobre ella el debido control.
Pero si tenemos suerte y el pez no es demasiado grande llevándose todo el aparejo, llega otra fase muy delicada ¡echarle mano! Tenemos un gancho que por desgracia es bastante corto y no llega con suficiente holgura al agua desde el costado de la embarcación y a veces nos ha dificultado terriblemente la labor.
Por otra parte cuando se consigue meter a bordo la captura, ésta suele moverse frenéticamente por lo que es adecuado darle un contundente golpe con una macana en la cabeza para dar por terminado su sufrimiento, pero esto es mucho mas fácil decirlo que hacerlo. Un buen truco es echarle un poco de alcohol en las agallas, el efecto suele ser sorprendentemente eficaz.
Al final, y dependiendo lógicamente del tamaño del pez, suele haber un zafarrancho de sangre, nailon y escamas que se apodera de toda la popa. En las últimas capturas de grandes especímenes, hemos utilizado uno de los fusiles de pesca submarina para arponearlos cuando estaban al costado y así facilitar la labor de meterlos a bordo. En la fotografía un gran dorado que capturamos en plena noche horas antes de nuestra recalada en Tonga.
El tamaño ideal de la captura es de pocos kilos y que posibilite de dos a tres comidas. De esa manera se puede consumir todo el pescado en fresco y evitar las maniobras de congelación. Al principio creímos que en base al tamaño del cebo sería el tamaño de la captura, pero nos equivocamos, no hay ninguna relación. En la fotografía un hermoso peto que obtuvimos arribando al Sur de la Isla de Gran Canaria donde se puede comprobar su tamaño comparándolo con Isabel.
En la travesía entre Ecuador y Las Marquesas en la Polinesia Francesa, navegando a tres nudos y arrastrando uno de los pulpitos más pequeños y de color rosa, nos picó un merlín impresionante que nos dejó boquiabiertos con sus saltos y evoluciones. Intentamos frenarlo lo más posible, no con el propósito de capturarlo ya que eso hubiera sido imposible, si no con el fin de que nos diese tiempo a coger la cámara fotográfica y plasmar aquella desigual lucha a favor del pez. En cuestión de segundos y con una loca carrera adornada de media docena de saltos ¡nos sacó del carrete doscientos metros de hilo! y menos mal que fuimos rápidos en cortarlo.
Otras muchas piezas, grandes atunes o bonitos, espectaculares dorados, petos y wahoos, fueron protagonistas de nuestros lances con desigual resultado. Unos picaron en la misma popa del barco mientras se largaba el aparejo, otros muy lejos de la embarcación, ¡incluso tuvimos dos pesquerías en plena noche! un atún y un dorado, los dos inmortalizados como unas de las mejores piezas capturadas a bordo del Tin Tin.
Un dato importante respecto a la seguridad cuando se manipulan estos grandes peces: en una ocasión, mientras Guillermo se debatía con un dorado de unos ocho kilos, con una mano lo sujetaba firmemente tirando del nilon mientras que con la otra hacía todo lo posible por meterlo a bordo. La cuestión es que el señuelo se desprendió de la boca del pez y al estar el nilon en tensión y como consecuencia de su elasticidad, el anzuelo salió despedido en dirección a su cara impactando en ella y clavándose en el interior de la fosa nasal derecha. Afortunadamente el incidente no tuvo demasiada trascendencia y quedó como una anécdota curiosa, pero nos alegramos mucho de que el impacto no hubiera sido en un ojo.
Acontinuación os ponemos unas composiciones fotográficas para mostraros diferentes momentos de pesca. Al ser solamente dos personas a bordo, no es fácil tener la oportunidad de realizar fotografías mientras nuestro compañero se debate con las capturas o en el control de la embarcación. De todas formas, con el paso de los años y habiendo vivido multitud de lances, disponemos de un nutrido archivo y las que siguen son una pequeña muestra.
Como siempre deseamos que este reportaje sea de vuestro agrado y esperamos vuestros comentarios, opiniones, consejos o preguntas. Cuando este reportaje sea renovado por el siguiente, pasará a formar parte del apartado AULA OCEANICA con el título Pesca al curricán.
Muy instructivo, como siempre. La pena es que esteis tan lejos. Así es fácil aprender.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte para los dos.
Estibaliz & familia
¡Impresionante! ...Y (como siempre) muy instructivo y detallado. Habrá que releerlo despacio haber si se pega algo y pica algo de una vez... Un abrazo
ResponderEliminarOs he hecho un enlace en mi blog, navegandoporgrecia. Espero que os parezca bien. Teneis un blog interesante que se sale del típico de "relatos de viajes en orden cronológico" y aporta cosas nuevas.
ResponderEliminarMuchas gracias Ana Capsir. Estamos en contacto por E-mailUn cordial saludo. Isabel&Guillermo
EliminarHola. Muchas gracias a todos. Respecto a la pregunta que nos realiza "monofilamento" te diremos que entendemos por "mosquetones" los utensilios destinados a unir sin nudos diferentes aparejos con un utensilio mecánico. Nosotros no utilizamos mosquetones, lo que utilizamos solamente son quitavueltas (de una resistencia aproximada de 80 libras: 40 kg) entre la línea madre y la codera o aparejo que contiene el señuelo. Recibe un cordial saludo. Isabel&Guillermo
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