miércoles, diciembre 7

Sospechas infundadas hacia el velero Tin Tin en su llegada a Australia

26.- POR FIN LIBRES DE SOSPECHA

Hola. En el penúltimo reporter (Nº 24) os relatamos nuestra travesía desde Vanuatu y la llegada a Bundaberg. Al final os comentábamos que habían apresado aquí mismo un velero de nombre Friday Freedom con cuatro españoles a bordo y 350 kilos de cocaína dos días antes de nuestra arribada. De ello habíamos sido informados después de zarpar de Chesterfiel Reef y en ese momento temimos sufrir una fuerte inspección en el Tin Tin a nuestra llegada.

Desde entonces han pasado tres semanas. Ayer arribó a Bundaberg otro velero con tripulación española de nombre Ilusión, velero y tripulación que conocemos desde hace mucho tiempo y con quienes nos hemos ido encontrando periódicamente, la última vez en Whangarei (Nueva Zelanda). Nos comentaron que antes de salir de Nueva Caledonia (el Friday Freedom también había zarpado de Nueva Caledonia casi un mes antes) sufrieron una rigurosa inspección por parte de las autoridades francesas, las cuales les hicieron incluso abrir los depósitos de combustible y agua. Y como íbamos diciendo, ayer llegaron, pasaron los trámites pertinentes y a última hora del día nos reunimos para comentar largo y tendido nuestras diferentes experiencias desde que nos habíamos despedido en Nueva Zelanda.


Para nuestra sorpresa, hoy por la mañana, se presentaron en el Tin Tin dos oficiales de aduanas y durante al menos una hora nos estuvieron interrogando con una grabadora encima de la mesa (las mismas preguntas de cuando arribamos a Bundaberg) sobre nuestra trayectoria como navegantes, sobre el hecho de portar bandera inglesa, sobre los lugares visitados con anterioridad a Australia, respecto a otros barcos que posiblemente nos hubiéramos cruzado con ellos... y por supuesto respecto a nuestra relación con el recién llegado, el Ilusión. Una vez satisfechas todas las preguntas, nos informaron que iban a llegar otros dos oficiales con un perro anti-drogas para proceder a una nueva inspección. Nos mandaron salir a la bañera mientras se apoderaban del interior los nuevos intrusos.


Las fotografías no son de muy buena calidad, pero creemos que os podéis hacer una idea de lo que significa que sin ningún motivo de sospecha, invadan por segunda vez tu privacidad y husmeen por todo el barco con el can en pleno proceso de “mono” buscando como un loco la preciada droga


A partir de ese momento los oficiales se sienten libres para abrir cualquier compartimento de tu casa, y remover cualquier material, utensilios o enseres personales que les venga en gana


Al menos el perro portaba unas botitas de neopreno con las cuales queda “habilitado” para pasar sobre aquellas pertenencias que hasta hace unos instantes formaban parte de nuestra intimidad, llegando incluso a subirse por encima del sofá.


Observar desde la bañera, desplazados “a la fuerza” de lo que es nuestro hogar, nuestra propiedad, a personas ajenas, rostros extraños pululando por el interior de la embarcación con libertad para acceder a cualquier rincón de tu vida, es bastante deprimente y nos sumió en un profundo malestar



Los oficiales y el perro en cuestión son muy profesionales, no dejan rincón ni lugar por donde los morros húmedos y ansiosos del can escudriñan con respiración acelerada a la búsqueda de un átomo o de la más ínfima partícula de droga



Al final todo son sonrisas, y el perro debe de caer en una profunda depresión al no encontrar el fruto prometido. La oficial nos sonríe, aparta de su rostro la seriedad con la que pasó al interior de nuestro barco, ahora se ha demostrado nuestra inocencia, no somos traficantes y por lo tanto merecedores de toda la simpatía que pueden desprender las autoridades australianas


Más tarde nos volvimos a reunir con la tripulación del Ilusión, los cuales habían sufrido también una fuerte revisión por segunda vez en dos días. Vejados, no por el trato recibido, sino por la intromisión en nuestra vida y hogares de tantas personas extrañas con el talante y animadversión de quien te considera culpable en un principio, lamentamos que éste halla sido el principal acto de bienvenida que hemos recibido de la terra australis.

En ningún momento las autoridades han podido tener sospechas fundadas de nuestra relación con el Friday Freedom, pues ninguno de los dos barcos llegamos a conocer a la tripulación del velero apresado. Simplemente nuestra nacionalidad fue motivo suficiente para actuar como lo hicieron. Comprendemos la labor y el trabajo de los medios antidrogas, apoyamos sin paliativos su misión y nos alegramos cada vez que sus actuaciones se ven culminadas con éxito. Pero no se puede irrumpir en la vida privada de las personas “por protocolo” sin tener fundadas sospechas de que se esté cometiendo un delito o vulnerando las leyes internacionales.


De una u otra manera, por las ciudades más importantes de Australia seguro que siguen disfrutando de su libertad los muchos “jupys” que encorbatados, en sus oficinas o vacilando en la discoteca de moda, inspiran más profundamente de lo normal disfrutando de su éxito tanto económico como social.

De acuerdo que hay que poner todos los medios para prevenir la arribada de droga a los países, pero ¡también es necesario una quimioterapia que ataque las células cancerosas que pululan con total impunidad dentro de nuestras sociedades! O quizás ¿hay miedo a que caigan algunos dioses?








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