lunes, agosto 29

El velero Tin Tin en la Isla de Naviti, Fiji



18º.-LA CEREMONIA DE BIENVENIDA: “SAVUSAVU” EN LA ISLA DE NAVITI (FIJI)

Unas horas después de recalar en la isla de NAVITI, concretamente frente a la aldea de SOMOSOMO, que os comentamos en el anterior reporter, botamos el auxiliar y nos dirigimos hacia las primeras cabañas que estaban situadas frente a la playa. Allí nos aguardaban varias mujeres y multitud de niños sonrientes y curiosos. Después de ayudarnos a subir el dinghy hacia la parte mas alta de la playa para que quedase alejado del efecto de las mareas, nos indicaron cual era la cabaña del jefe del poblado y hacia allí nos dirigimos. Nos acompañaba un muchacho que hablaba bastante bien el inglés y que sería nuestro traductor al fijiano.



Una vez nos situamos frente a la cabaña, pedimos cortesmente permiso para entrar. En el interior nos esperaba el jefe del poblado sentado en el suelo sobre una esterilla y con las piernas cruzadas. Nos invitó a sentarnos de igual manera a su alrededor (al sentarse hay que tener cuidado de no dirigir hacia él nuestras plantas de los pies ya que eso sería un acto de muy mal gusto al “señalarle” como tu esclavo) Acto seguido entregamos al jefe nuestro “ramillete” de llangona.

 


Él pronunció unas palabras en tono transcendental que supusimos eran de bienvenida, acto seguido realizó una serie de tres palmadas, volvió a recitar otras inteligibles frases y de nuevo aplaudió de manera pausada. Al término del ritual, el protocolo se distendió y, con el traductor por el medio, se interesó por nuestra procedencia, nuestra estancia en Fiji y nuestro futuro mas inmediato.

Esta ceremonia llamada “savusavu”, es de obligado cumplimiento en las comunidades fijianas más tradicionales y con ella se consigue el permiso para fondear, andar, nadar y pescar por las cercanías del poblado ya que la tierra y el agua, junto con sus productos, son de su exclusiva propiedad. La llangona son las raíces de un arbusto que produce un tipo de pimienta. En primer lugar, tal y como se ve en la fotografía, se tritura la raíz de llangona hasta convertirla en polvo.
Después en un recipiente ceremonial vierten agua. Este agua y su calidad higiénica era nuestra principal preocupación. Cualquier tipo de comestible suele estar frito o cocido y ello, en la mayoría de las ocasiones, es suficiente tratamiento para eliminar posibles bacterias a las que nuestro cuerpo no estuviese acostumbrado. Pero el origen del agua por estas islas es exclusivamente obtenida de la lluvia y su tratamiento y almacenaje de muy dudosa calidad. De todas formas, ante estas circunstancias protocolarias, no hay mas remedio que arriesgarse a contraer una severa diarrea. Afortunadamente pasamos por la “prueba” sin ningún tipo de sintomatología.

 
Acto seguido introducen la llangona en polvo en un saco de tela y con una serie de maniobras de estrujado extraen la esencia de la raíz la cual se mezcla inmediatamente con el agua. A partir de ese momento el producto se llama Kava. Esta bebida contiene unos efectos ligeramente narcóticos. La primera sensación es que la boca y la lengua se adormecen y el resto de los efectos dependerán de la cantidad ingerida, la concentración de llangona, la resistencia y el hábito en el consumo.

Con anterioridad a que el anfitrión comience a repartir la kava, pronuncian una serie de frases que creímos entender son buenos deseos hacia los visitantes, los presentes y el conjunto del poblado. Acto seguido dan tres palmadas rítmicas como símbolo de aceptación.

Una vez concluido este rito, en un cuenco formado por media cáscara de coco, ofrecen en primer lugar la kava al visitante masculino. Tradicionalmente esta ceremonia está reservada solamente para los hombres y de hecho las mujeres del poblado se mantenían sentadas pero ligeramente apartadas del centro ceremonial. No obstante, a Isabel como visitante extranjera también le fue ofrecida la kava.


Después de que los visitantes han sido cumplimentados en primer lugar, el anfitrión reparte la kava entre los asistentes, los cuales, de manera imprevista, arrancan de vez en cuando con un corto discurso al que todos asienten con una exclamación y las tres palmadas.



Al final de la primera ronda, vuelven a rellenar el saquito con polvo de llangona y repiten la acción de estrujado en el interior de la kava aumentando así de forma significativa la concentración del producto. Con una ronda más, nosotros tuvimos bastante y a partir de ese momento rechazamos educadamente cuantas invitaciones nos iban haciendo. El sabor de la kava es a tierra ligeramente aromatizada y en nuestra apreciación sensitiva no observamos síntomas apreciables de embriaguez, quizás un muy ligero adormecimiento de la boca y lengua. El resto de los presentes continuaron tomando kava hasta que se acabó el contenido del recipiente. De una u otra manera, el “savusavu” es un antiquísimo rito de bienvenida a través del cual estas sencillas y entrañables personas ponen a nuestra disposición toda su simpatía y recursos

 


Después de este ceremonial encuentro, fuimos invitados para el día siguiente a una comida comunitaria que realizan habitualmente los sábados. Cuando llegamos al poblado todo el mundo se afanaba en los trabajos. Unos hombres descubrían un gran orificio en la tierra donde, protegidos por hojas de palma, se agrupaban diferentes tipos de tubérculos (mandioca, yuca...etc) que se habían cocinado después de enterrar el conjunto junto con las ascuas provenientes de diferentes hogueras. Por otro lado unas mujeres cocían pescado en grandes cacerolas, otras lo freían y algunas extraían la pulpa de los cocos para elaborar la leche de coco

 

Nos dirigieron hacia una explanada donde habían construido dos extensas estructuras de bambú techadas con hojas de palmera y en el suelo bonitas y bien elaboradas esterillas. Al poco rato llegaron varios hombres, hicimos un círculo y se procedió de nuevo a la elaboración de la kava. Algunos de ellos hablan bien el inglés y nos preguntaban por nuestra vida y costumbres. Un grupo de niños se posicionaron a nuestra izquierda y disfrutaron de los caramelos que les ofrecíamos

Cuando fuimos invitados a comer, sobre una esterilla colocaron platos con todas las viandas que habían preparado. Nuestra falta de costumbre en utilizar las manos y los dedos para coger la comida, trocearla y llevarla a la boca, fue rápidamente observada por los presentes y de inmediato nos ofrecieron tenedores y cuchillos. No obstante, después de agradecer el detalle, conseguimos acabar nuestra comida utilizando el procedimiento manual... aunque debemos decir que introducir nuestros dedos en la espesa sopa, toparse con la ración de pez loro que nos correspondía, ideárselas para desprender la carne de las espinas, tratar después de capturar los trozos elegidos flotando por el cuenco y finalmente llevárselos a la boca sin regar la esterilla ni disfrazarse de “niña del exorcista”... tiene su ciencia




Y así trascurrió un día lleno de nuevas experiencias y con multitud de estímulos para nosotros. Fue una magnífica oportunidad para conocer de cerca al fijiano auténtico, los cuales, al igual que todos los “humildes” de la Tierra que vamos conociendo, ofrecen sus amplias sonrisas y te hacen partícipes de su vida a cambio de la respuesta a una sencilla y única pregunta tantas y tantas veces repetida: ¿como te llamas?...





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