10º.- DE VUELTA EN NUEVA ZELANDA Y...EL TSUNAMI
Después de 32 horas de viaje en avión (Madrid-Frankfurt-Bangkok-Nueva Zelanda) llegamos a la ciudad de Auckland que dista unos 160 kilómetros de Whangarei donde nos esperaba impacientemente el Tin Tin. Como consecuencia de las 12 horas de diferencia con España, estamos sufriendo el llamado "yet lag" y tanto el cuerpo como la mente no se acostumbra a tan súbito cambio y cuando ellos piden desayunar...¡es la hora de cenar!
Cuando llegamos a Nueva Zelanda, nos quedamos dos dias en Auckland para conocer la ciudad y la primera noche, a eso de las 02.00 horas de la mañana estábamos tan ricamente despiertos (tan desagradablemente desorientados) viendo la televisión de los kiwi cuando una noticia de última hora irrumpió en la programación y se empezaron a ver imágenes de destrucción...¡un terremoto y el consiguiente tsunami estaba asolando Japón! La BBC mantenía una perpetua repetición de lo que eran unas imágenes caóticas tomadas desde un helicóptero...masas de destrucción sobre un soporte líquido que se tragaba literalmente campos, casas, automóviles, vidas...No dábamos crédito a tanta desolación... La televisión local empezó a mostrar entrevistas con diferentes organismos oficiales... un inglés precipitado y dubitativo nos puso serias barreras a la hora de reconocer el verdadero sentido de los mensajes...pero no cabia la menos duda: ¡Nueva Zelanda estaba en alerta por tsunami! Un terremoto de 8.9 grados en Japón, traería serias consecuencias y la onda se propagaría lejos, muy lejos... Un meteorólogo del servicio estatal exponía el area afectada y un físico de universidad pronosticaba la llegada del tsunami para las 06.00 horas locales. Todo esto ocurría en un viernes (en Nueva Zelanda se va adelantado un día respecto a España) y a esas horas las calles próximas al puerto deportivo donde se encontraba la ubicación de nuestro hotel, en la calle Quay Street, bullían de actividad nocturna de fin de semana ajenas al drama que se estaba gestando a muchos miles de millas mas al NW, en el hemisferio Norte...en la tierra de los nipones...y al igual que las ondas herzianas otras ondas podían traer la tragedia en pocas horas al paraíso de los kiwis.
Lo primero que se nos pasó por la cabeza fué pensar cuan alta era nuestra posición respecto a la mar, un tercer piso parecía asegurar cierta tranquilidad. Nuestro segundo pensamiento fué para el Tin Tin, el cual se encontraba a 160 kilómetros ¡mas al norte de nuestra posición!...o sea...¡mas cerca de la tragedia!...pero afortunadamente nuestro velero, nuestro hogar, yacía amarrado a unos 30 kilómetros del litoral, 30 kilómetros aguas arriba por el río Whangarei lo cual, sin duda alguna minimizaría los efectos del tsunami en el caso de que recalase en Nueva Zelanda. No sabemos muy bien hasta que punto el famoso "yet lang" afectó nuestros sentidos, pero entre las imágenes que se podían ver a través del perenne informativo en que se convirtió la TV y nuestros mas obscuros presagios, fuimos incapaces de volver a conciliar el sueño. Abajo, en la calle continuaba el murmullo de la movida nocturna...y al frente, en el "quay" ,bajo un resplandor apagado de las farolas se podía adivinar una mar en calma...
Cuando abandonamos el hotel y nos dirigimos a la estacion de autobuses para tomar el correspondiente que nos llevase hasta Whangarei, pudimos comprobar que la población estaba perfectamente enterada del incidente y el taxista nos dijo: " not good". En la primera página de los periódicos publicaban grandes fotografías del desastre en tierras niponas.
Una vez tomado el autobús, pudimos observar que en los múltiples carteles informativos situados en las carreteras, se alertaba a la población de la posible llegada de un tsunami y se aconsejaba no transitar por áreas situadas en la inmediación de las costas. Cuando llegamos a Whangarei ya eran las 11.30 horas de la mañana. Los medios de comunicación informaban de la escasa repercusión del tsunami en las costas de Nueva Zelanda, apenas olas de un metro habían recalado como consecuencia del fatídico terremoto en Japón.
Poco tiempo después ya nos encontrábamos a bordo del Tin Tin, amarrado en las plácidas aguas de la Marina RiverSide, seco, adrizado, confortable, entrañable...tal cual lo habíamos dejado e imaginado. Ya tranquilos y relajados estamos intentando olvidar, o al menos amortiguar, los negros augurios que crearon en nuestra mente una realidad que ha golpeado con crudeza en otras costas, a otras gentes y ha barrido para siempre los proyectos y las ilusiones de cientos o quizás miles de seres humanos.
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