viernes, febrero 17

El mundo de la pesca submarina, aula oceánica del velero Tin Tin,

PESCA SUBMARINA


Hasta mediados del próximo mes de Abril (que es la fecha en la que finalizará oficialmente la temporada de huracanes) no retomaremos el viaje que nos llevará a tierras asiáticas. Mientras tanto, os iremos subiendo artículos que pretenden tocar diferentes aspectos de nuestra vida transmundista. En el anterior reportaje del Aula Oceánica, hablamos de la pesca al curricán que es la modalidad usada habitualmente en el Tin Tin cuando nos encontramos navegando en travesía. Pero en esta ocasión os vamos hablar de la pesca submarina, actividad que practicamos cuando estamos fondeados en alguna cala perdida y protegida


Desde que zarpamos de España en el año 2006, hemos practicado esta actividad con mucha frecuencia. Un deporte que en Europa se denomina pesca, pero que a nuestro juicio se aproxima más a un acto de caza, no obstante, por mantener nuestros usos y costumbres, nos referiremos como: pesca submarina. Por lo general, junto con la práctica puramente depredadora, combinamos muchas jornadas de snorkel (buceo sin respiración autónoma) donde simplemente contemplamos el medio o nos dedicamos a la fotografía subacuática


Disponemos de varios equipos y entre ellos tenemos dos tipos de trajes de neopreno. Uno es de tres milímetros, con pantalones y chaqueta corta que normalmente lo usamos cuando la temperatura del agua es alta (superior a los 20º). Y por otro lado contamos con trajes completos, de cinco milímetros de espesor, que en contraposición al caso anterior, los usamos cuando el agua está mas bien fría (menos de 20º). No penséis que navegar entre los Trópicos conlleva siempre aguas cálidas como las que se pueden desprender de los anuncios publicitarios. Muchas de esas islas con palmeras están bañadas por aguas, que sin llegar a ser frías del todo, podemos considerarlas, inconfortables, sobre todo después de un tiempo prolongado de inmersión

Las corrientes marinas juegan en este sentido un papel importante, ya que transportan ingentes masas de agua llenas de nutrientes desde latitudes muy altas hasta los Trópicos. Así que, ataviados con el equipo que esté mas acorde con las circunstancias del lugar, abandonamos el Tin Tin a bordo de la embarcación auxiliar y nos dirigimos a los emplazamientos que, presuponemos, reúnen buenas condiciones para la práctica de la pesca submarina. Estos pueden ser los pases en las barreras de coral, parte externa de los arrecifes o bajos aislados (bajos: lugares de poco calado rodeados de aguas profundas). Una vez que reconocemos el lugar y nos aseguramos de que realmente hay buenas condiciones, fondeamos la embarcación alejada de los rompientes y nos tiramos al agua


Casi siempre la primera impresión es fabulosa. La mayoría de los arrecifes de coral cuentan con infinidad de pasadizos, cuevas y grietas, y estos son precisamente los lugares que buscan los grandes depredadores para plantear su estrategia de caza o protegerse en momentos de inactividad. Por principios somos absolutamente respetuosos con el medio, y nunca depredamos inmaduros o especies que no tengan un alto nivel culinario, por ello, en la mayoría de las ocasiones no es fácil localizar las piezas codiciadas


Una vez cargado el fusil la imaginación se adelanta tratando de realizar un esquema de la morfología del fondo submarino ¿donde puede estar escondida la presa? A partir de ahí, las inmersiones se van alternando en lugares concretos. Para ello es necesario aplicar una técnica lo más depurada posible con el fin de conseguir sorprender al pez. Cuando las aguas son transparentes y la morfología del fondo es tortuosa, se convierte en un auténtico placer el dar libre albedrío al instinto cazador. En la fotografía se ven los fondos de la isla de Ovalou, en el archipiélago de Tonga

Los meros (groupers), los pargos (snappers), los carángidos (jacks), los pulpos y las langostas, son las especies que forman parte de nuestro objetivo. Los tres primeros, son peces con un gran nivel de alerta y no es sencillo acercarse a ellos, por eso es necesario adecuar una técnica donde nuestra presencia pase lo más disimulada posible. Los pescadores submarinos somos, como la mayoría de los depredadores, unos oportunistas, y si se aplican varias reglas básicas, podemos llegar a tener la ocasión de acercarnos lo suficiente a una pieza e intentar acertar el disparo. Para ello hay que conseguir llegar al fondo y ser motivo de curiosidad para el medio que nos rodea y no invadirlo como si fuéramos una máquina de matar. En la fotografía, un buen ejemplar de pargo sorprendido en su cazadero


En un primer momento, el fusil debe de formar parte de uno mismo ha de permanecer cercano al cuerpo, de esa manera evitamos mostrar una silueta con la extremidad afilada, puntiaguda, agresiva. Por otro lado, si nuestra entrada en escena es ágil y rápida, las posibles presas pondrán mucha distancia por el medio pensando que pueden ser perseguidas y finalmente alcanzadas tal y como ocurre en la naturaleza entre depredador y presa. Para evitar esto, nuestros movimientos deben de ser pausados, lentos, casi torpes. Aplicando estas dos reglas básicas, conseguimos no presentarnos agresivos ni veloces. No obstante, las presas, en la mayoría de las ocasiones, son capaces de escabullirse entre las irregularidades del terreno y en otras aprovechan las indecisiones del pescador, lo cual lleva aparejado un disparo precipitado, retardado o erróneo. De una u otra manera, la pesca submarina, da muchas oportunidades a los peces para huir, ya que solamente contamos con una posibilidad de disparo por cada inmersión y a esto hay que sumarle que debemos aguantar la respiración en un medio hostil para el ser humano


En esta práctica no utilizamos cebos ni redes, vamos de frente al encuentro con el pez en su propio medio. En multitud de ocasiones las presas más buscadas se encuentran atrincheradas en profundas grietas o inquietantes cuevas. En aguas tropicales hay que extremar la seguridad en estos casos ya que esas oquedades bien pudieran ser hogar y refugio de algunos tipos de tiburón o agresivas morenas. Si hemos conseguido llegar al fondo como un “regalo” de la superficie y por lo tanto dignos de ser observados y estudiados, debemos de seguir aparentando “inocencia”. Para ello es elemental no meter ningún ruido con materiales artificiales, por ejemplo tropezar con las aletas o con el resto del equipo. Por otro lado deberemos, previamente a la inmersión, llenar de agua el tubo de respiración con el fin de que no se desprendan burbujas durante el descenso que pudieran alertar a la vida submarina


Para tener éxito en el acercamiento a una posible presa, debemos reconocer el fondo pausadamente. La mayoría de los peces son muy curiosos, unas veces nos observan desde lejos sin que nosotros podamos detectarlos, pero en otras ocasiones sienten la necesidad de salir de sus guaridas y conocer el motivo de la perturbación que se está originando en el exterior. Y es que por muy silenciosos que seamos, los peces que se mantienen alerta, saben identificar perfectamente nuestra presencia sin necesidad de vernos. Un truco interesante es apostarse a un lateral de las grietas o cuevas haciendo sonar entre si las conchas de un bivalvo. Este es un sonido conocido que la mayoría de los depredadores identifican con comida y su curiosidad o instinto pudiera impulsarles a salir del escondrijo. En todos los casos, el extremo de la varilla, o sea, la parte de nuestro conjunto que mas cerca se va a encontrar del pez, siempre debe de estar pintado de colores mate, preferiblemente negro, evitando así las irisaciones metálicas que sin duda son motivos de alerta para los peces


La pesca submarina en los Trópicos es una actividad no exenta de riesgos. Al peligro que supone la amenaza de otros posibles depredadores o animales ponzoñosos, hay que sumar la configuración del terreno. Pasadizos estrechos o grietas con fuertes corrientes, son lugares frecuentados por los grandes peces, pero es donde hay que extremar la seguridad, y a parte de conocer las propias limitaciones, hay que valorar si realmente merece la pena el riesgo. A nuestro juicio nunca se debe de exponer la vida en una actividad donde se procura en primer lugar interactuar con el medio y en segundo obtener un resultado satisfactorio. Y esa última satisfacción es necesario obtenerla sin menosprecio de la propia integridad física

En la inmensa mayoría de las inmersiones, el resultado siempre es el mismo que muestra la siguiente fotografía. Pudo haber fallado la técnica; nuestra presencia sembró el desconcierto en el medio; en vez de aparentar torpeza hemos sido torpes de verdad o simplemente no había en ese lugar las piezas que buscamos. Afortunadamente para los peces, cuando se realiza una pesca selectiva, el paso del homo-depredatus no altera el ecosistema y en la inmensa mayoría de las ocasiones retornamos a la superficie a por la necesaria renovación de aire en nuestros pulmones sin la ansiada captura. Cada inmersión sin el éxito esperado, no es un fracaso, es un reto más que ofrece al deportista la posibilidad de acceder al mundo mágico que se encuentra bajo las aguas al encuentro con uno mismo, tratando de controlar una técnica de caza específica y que siempre estará limitada por el instinto mas primario: el respirar


Y de vez en cuando, todo ese esfuerzo y buenos modos, se combinan para obsequiarnos con las presas que buscamos. La captura de langostas o pulpos se convierte en la única actividad extractiva cuando se practica la pesca en áreas afectadas por la ciguatera, toxina esta que está presente en muchos peces depredadores del cinturón tropical. Sobre la cigüatera y su posible repercusión en el hombre, ya hemos publicado una reportaje específico que figura en el AULA OCEANICA


La siguiente fotografía muestra la captura de una gran barracuda en aguas del archipiélago de los Testigos, Venezuela. En aquella ocasión acompañamos a unos locales que usaban sistemas artesanales de pesca y les obsequiamos con un par de barracudas ya que allí es un pez muy estimado. Encontrarse frente a frente con estos impresionantes animales, es una buena experiencia. El disparo tiene que ser muy preciso si no queremos que el animal agote toda la reserva de nuestro almacenador y lo perdamos después de un intento inútil por retenerlo


En los cientos de islas que llevamos recorridas, siempre hemos procurado practicar la pesca submarina y en la mayoría de las ocasiones conseguimos piezas importantes con las que complementar las existencias de productos frescos de a bordo. Para un modo de vida como el nuestro, esta actividad supone una muy interesante forma de abastecimiento. El objetivo está siempre claro, obtener el suficiente número de capturas que permitan varias comidas para los próximos dos días sin necesidad de almacenar en el congelador


En algunas ocasiones, las capturas han sido importantes y fue necesario proceder a congelar parte de ellas. En la fotografía siguiente podéis ver un magnífico jack pescado en aguas del archipiélago de las Perlas, en la parte pacífica de Panamá. Mi acompañante pertenecía a la tripulación de un barco brasileño con el cual realizamos varias incursiones submarinas. El espécimen que podéis observar, estuvo arrastrándome por la superficie haciendo surf durante cuarenta minutos, mientras mi compañero me seguía en el auxiliar. El motivo de todo ello fue un disparo poco acertado que dejó al animal con plenitud de fuerza. Finalmente el jack se dio por vencido no sin antes agotar todas mis fuerzas por intentar mantenerme en la superficie. Otras piezas de similar tamaño también fueron capturadas gracias a disparos acertados, aunque muchos de estos grandes peces consiguieron deshacerse de la varilla y huir hacia las profundidades


Pero las presas normales son piezas adultas de tamaño medio, muy seleccionadas entre las de su especie por ser las más estimadas y las que mayor dificultad conlleva su captura. Raramente pescamos un número superior de piezas a las que veis en la fotografía siguiente sacada en Cayo Herradura, Isla de la Tortuga, Venezuela. Ese resultado asegura unos días de excelentes comidas y no es necesario más. Después, hasta que de nuevo sea necesaria la proteína fresca a bordo, las incursiones subacuáticas obedecen a otros planteamientos: la única y simple contemplación del fondo marino, las inmersiones sin animosidad depredativa o la fotografía submarina, adquieren a partir de ese momento mayor relevancia


En algunas ocasiones es necesario aumentar el número de capturas. Bien porque asumimos en breve una larga travesía o porque han arribado al fondeo otros barcos amigos, son motivos suficientes para emplearse más a fondo. Estar fondeados en un lugar paradisíaco que al mismo tiempo posibilite un abastecimiento periódico de pescado de primera calidad, es un auténtico lujo. Pero, como ya comentamos con anterioridad, la ciguatera cercena esa posibilidad en muchos lugares idílicos tal y como son la parte norte del Caribe, la Polinesia Francesa, Fiji, Vanuatu...


En un día normal de pesca por lo tanto, intentamos obtener un número restringido de capturas y si están equilibradas, tal y como muestra la siguiente imagen, mejor. En la navegación del transmundista la pesca se convierte en un medio, no en un fin. Por ello somos absolutamente respetuosos con la naturaleza y una vez hemos obtenido lo justo, colgamos el fusil y nos dedicamos a otras actividades


En algunas ocasiones se dan buenas condiciones para capturar langostas. Estas no son muy abundantes ya que están muy perseguidas tanto por los locales como por los navegantes y turistas. Pero siempre se puede conseguir alguna si nos esforzamos un poco más, dedicando tiempo y paciencia en escudriñar las múltiples grietas donde se esconden. Y por supuesto, en lugares más expuestos a los elementos, como es la cara exterior de las barreras de coral, es donde aún sobreviven importantes cantidades de estos espléndidos manjares


Por los trópicos no somos los únicos depredadores. Otros merodean los arrecifes de manera continua y en la mayoría de las ocasiones no los vemos, ellos nos observan a través del gran azul, pero sentimos su presencia, sabemos que están ahí. Hemos tenido muchos encuentros con los escualos y en la mayoría de las ocasiones ha habido un intercambio de curiosidades. Solamente en una ocasión un tiburón atacó el pescado que llevábamos en la boya, el cabo se enredó en la muñeca de Isabel y fue arrastrada hacia el rompiente del arrecife durante varios metros. A partir de aquella experiencia, todas las capturas se depositan en la embarcación auxiliar para no dar más oportunidades de exacerbar los instintos depredadores de los escualos


 De todas las maneras, es bueno de vez en cuando, colgar el armamento y dedicarse a realizar inmersiones disfrutando simplemente del medio que te rodea. Al principio cuesta amortiguar el instinto, crees que estás perdonando vidas, después te llegas a sentir parte del medio y si mueves una concha ¡intentas devolverla a su lugar y en la misma posición en la que estaba! Es una gran satisfacción y una buena terapia sentirte aceptado y sobre todo una alegría para el espíritu cuando compruebas que aquellas supuestas presas ya no te tienen miedo... ¡te sientes perdonado!

Al igual que el anterior reportaje sobre la pesca del curricán, este también formará parte del AULA OCEANICA cuando sea sustituido por el siguiente. Deseamos como siempre que haya sido de vuestro agrado y esperamos vuestros comentarios, opiniones y consejos.

4 comentarios:

  1. Como siempre espectacular mozos, una autentica delicia, veo que con esta publicación, en este primer día que lleva colgada han aumentado las visitas de forma considerable.



    Cuidaros mucho y un abrazo desde vuestra tierra.

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    1. Muchas gracias. Simplemente intentamos mostraros algunos matices de nuestra vida de la manera mas real y objetiva posible. Sabemos que hay muchos seguidores a un paso de liarse la manta a la cabeza y seguir nuestra estela. Ojalá este blog sea una buena referencia. Un fuerte abrazo. Isabel&Guillermo

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  2. Hola, soy de Ciudad de Panamà, practico la pesca sub y me parece genial su travesìa y la manera en que sustentan sus necesidades bàsicas y la combinaciòn que aplican con la admiraciòn del medio acuàtico. Me encanta el caribe panameño, por sus cristalinas aguas y es donde màs me desenvuelvo, sin embargo el pacìfico panameño ofrece especies muy codiciadas por la pesca deportiva....pero es una mar oscuro y da que pensar en comparaciòn a las cristalinas del caribe. Saludos.

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  3. Hola, gracias por intervenir. Tienes razón, durante nuestra estancia en Las Perlas, las aguas no estaban muy claras, pero suponemos que ello depende del momento y época del año. Recibe un cordial saludo. Isabel&Guillermo

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