PLANIFICACIÓN DE UN VIAJE OCEÁNICO
Un viaje oceánico a bordo de un velero debe de tener principalmente en cuenta el factor de la meteorología y la oceanografía. Los veleros con un diseño de crucero, son unidades especialmente concebidas para navegar con vientos portantes (vientos de la popa al través) y por lo tanto son las grandes “autopistas” de los océanos las que habitualmente se utilizan.
Cuando se planifica una travesía importante, primero hay que tener en cuenta la duración de la misma, el área o áreas por las que va a transcurrir, las características meteo-oceanográficas contenidas en unas publicaciones llamadas Pilot Charts que recogen la estadística de muchos años
y las condiciones de mar y viento que predominan estacionalmente y que nos pueden dar una idea de la intensidad de los vientos, de la altura de las olas, de la persistencia de las corrientes...
Toda esta información se lleva a las cartas náuticas, tanto las tradicionales de papel como las digitalizadas que funcionan a través de un navegador informático.
Hay tripulaciones que se plantean viajar durante un año, el famoso “año sabático” y para los europeos suele dar para una visita al Caribe y vuelta para casa. Otros planteamientos son mas ambiciosos y se dedican a navegar un periodo de dos o tres años. Los mas osados dan la vuelta al mundo en ese mismo tiempo sin posibilidades prácticamente ni para detenerse a “mear” . Y otros planteamientos se acercan mas al nuestro que es navegar sin prisas como método de vida durante un periodo importante de nuestra existencia.
Normalmente las sesiones de “invierno ente Trópicos”, o sea, de Noviembre hasta Mayo en el Hemisferio Norte y de Mayo hasta Noviembre en el Hemisferio Sur, son los periodos de navegación ya que en esta época es muy raro que se formen huracanes. Este debe de ser el primer condicionante para una navegación seria y responsable.
Mucho mas difícil que planificar un viaje oceánico, es soltar las amarras que te han unido a tierra hasta ese momento. Cuestiones familiares, profesionales, dependencias económicas, miedos y dudas en el último momento... suelen “lastrar” significativamente la decisión final... y en muchos casos las cartas donde se trazaron los rumbos enmohecen en el interior de las ilusiones.
Navegar por el mundo es una cuestión de confianza, confianza en uno mismo y confianza en la embarcación. Es como la vida misma... si se carece de esa confianza la planificación de “tu viaje” quedará en manos de los demás... ¡ánimo!
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