miércoles, febrero 7

HISTORIA DE SIDDHARTHA GAUTAMA 
(BUDA)
Después de varios años viajando por Asia nos ha llamado la atención el budismo en general ya que esta religión es la predominante en muchos países del entorno. En el mundo occidental se tiene una idea muy romántica e idealizada desde aquel “pequeño saltamontes” que cautivó a toda una generación y más en la actualidad a través de exóticas neo-disciplinas que intentan rivalizar con los valores e idearios establecidos desde “siempre” en su propia cultura. Nuestra intención al presentar este nuevo trabajo no es comparar viejas religiones y mucho menos dedicarnos a interpretar símbolos, significados etiológicos o valoraciones doctrinales, simplemente vamos a intentar presentar al hombre que es referencia del budismo: Siddhartha Gautama. Como con todos los personajes de la historia los mitos se han apoderado de gran parte de la realidad y no nos queda más remedio que referirnos a las fuentes budistas para dar significado a una colección de fotografías que nos han resultado especialmente estéticas y representativas de una bella y atractiva leyenda. 


Las imágenes que os vamos a mostrar a continuación las obtuvimos en la hermosa pagoda Wat Preah Prom Rath que se encuentra en el corazón de Siem Reap (Camboya) rodeada de bellos y cuidados jardines contando con un elemento que llama la atención y es una réplica de un barco con un monje en su interior. Cuentan que un monje viajaba con asiduidad a Long Vek (antigua capital de Camboya) a por comida. La urbe estaba muy próxima a la actual capital, Phnom Penh, por lo que el recorrido era largo. Aún así cada vez que el monje regresaba de Long Vek, el arroz de su olla siempre se encontraba recién hecho. La gente sorprendida lo apodó: “Preah Ang Chong Han Hoy " que significa: “monje con arroz recién cocinado en su olla”. Un día, mientras viajaba en su barco, fue atacado por varios tiburones y la nave se rompió en dos pedazos. En lugar de hundirse en el lago, una pieza del barco flotó hasta Wat Boribo en Kompong Chang mientras que la parte de la proa se mantuvo a flote y lo devolvió de nuevo a su lugar de origen: Seam Reap. Debido a este milagroso acontecimiento, el monje decidió construir la estatua del Buda reclinado tallando la pieza de madera de la embarcación que le había salvado la vida y que se encuentra en la actualidad en el edificio principal de esta pagoda.


Una vez situada la localización de las imágenes que os presentamos, entremos de lleno en la vida de Siddhartha Gautama según la religión budista. Al parecer nació en el año 623 a.C. (las fechas son inciertas y controvertidas) pero para millones de budistas de todo el mundo el plenilunio del mes de mayo es la fecha para conmemorar su nacimiento, “Iluminación” y muerte llamado el día de Vesak. Siddhartha Gautama nació en Lumbini localidad que pertenecía a la India y que hoy forma parte del Nepal. Su madre fue la reina Maya de Shakya también llamada Mahamaya (la Gran Maya) o  Mayadevi  (Diosa Maya). Su padre, Shudhodana, fue el rey del clan Shakya. Al nacer su hijo lo llamaron Siddhartha que significa: "aquel que ha cumplido su propósito" pero a lo largo de su vida también sería conocido como Buda Gautama (Gautama era el apellido procedente del linaje de un mítico sabio “Gótama”) también Sakiamuni derivado de Shakya donde había nacido, o simplemente el Buda que significa “El Iluminado”. En la imagen está representada la cronología de su vida, nacimiento, “iluminación”, enseñanzas y muerte dentro del área geográfica que se señala. 


Cuando Mahamaya estaba esperando a su primer hijo, tuvo un extraño sueño en el que una cría de un elefante blanco la bendecía con su trompa, lo que en aquella época se interpretaba como señal de buen augurio.  


Próximo el momento del nacimiento, Mahamaya, viajó con  su séquito hasta el reino de su padre para dar a luz, pero durante el viaje se puso de parto en las proximidades de la ciudad de Lumbini, por lo que pidió a sus doncellas que la acercasen hasta un pequeño bosque para el momento del alumbramiento. Se dice que la reina no experimento dolor y que un gran árbol hizo descender una rama que sirvió de apoyo a la madre durante el alumbramiento en el cual el niño fue liberado por un costado mientras los dioses Brahma e Indra lo recogían. Se dice que el niño podía hablar y le dijo a su madre que había venido a liberar a toda la humanidad del sufrimiento. Caminó siete pasos en cada una de las direcciones teniendo la certeza de que esa sería su última encarnación y de cada huella brotaron flores de loto. Después de esto el niño regreso a su estado de recién nacido.


Cuando el rey lo vio le puso el nombre de Siddhartha que significa "aquel que ha cumplido su propósito" y pidió al asceta llamado Asita (un sabio hombre santo que vivía en los bosques del país  de Sakia) que predijera el futuro del príncipe. Aprovechando su clarividencia dijo que alcanzaría la “Iluminación” completa y llegaría a la última visión purificada y proclamaría la verdad. 


La reina Maya murió siete días después y el príncipe Siddhartha Gautama fue criado por su tía  Mahaprajapati hermana de su madre.


De joven, el príncipe logró un gran dominio de las artes y ciencias. Conocía sesenta y cuatro lenguas distintas y tenía gran dominio de las matemáticas. No necesitaba estudiar pero lo hacía para complacer a su padre practicando también deportes como las artes marciales y el tiro con arco demostrando una habilidad asombrosa en todas ellas. En cierta ocasión, mientras participaba en una competición de tiro con arco, su flecha atravesó cinco tigres de hierro y siete árboles y después se hundió en la tierra. Al demostrar tal destreza todos quedaron asombrados.


Con tan solo dieciséis años contrajo matrimonio con su prima Yasodhana, hija de la hermana de su padre con la que tuvo un hijo, Rahula después de trece años de matrimonio.


Siddhartha sentía inquietud por saber como se vivía fuera del palacio y así se lo comunicó a su padre por lo cual el rey lo preparó todo para que durante sus salidas solo encontrase a su paso gente joven y saludable. 


En cierta ocasión  mientras era conducido a  la capital del reino se encontró con una pareja de ancianos que habían ido a parar accidentalmente a la ruta del desfile. También pasó junto a un grupo de personas enfermas. Y finalmente descubrió una ceremonia fúnebre junto a un río, enfrentándose por primera vez a la muerte. Le preguntó a  Chandaka, su sirviente, el significado de todas aquellas cosas.


Chandaka le dijo la verdad de la vida: que todos envejecemos, enfermamos y finalmente morimos, todos sin excepción incluso los reyes. Siddhartha también vio a un asceta, un monje que había renunciado a los placeres de la carne. La serena mirada en el rostro del monje perduró en el recuerdo de Siddhartha durante mucho tiempo. Estos “cuatro encuentros” deprimieron al príncipe Siddhartha y le hicieron comprender que todos los seres, sin excepción, están sometidos a los sufrimientos del nacimiento, las enfermedades, la vejez y la muerte. A demás, puesto que conocía las leyes de la reencarnación, sabía que no padecemos estos sufrimientos sólo una vez, sino incontables veces, vida tras vida, repitiéndose una y otra vez. 


Ante los hechos vividos recriminó a su padre por haberle ocultado la verdad sobre la pobreza, la vejez y la muerte, comunicándole su decisión de dejar palacio y retirarse al bosque a meditar. Pero durante unos años, y por satisfacer a su padre, no abandona el palacio. Durante ese tiempo el rey intentó por todos los medios convencer a su hijo de que no abandonara el reino y con la esperanza de que cambiara de opinión, le rodeó de un séquito de encantadoras doncellas y músicos que lo entretenían día y noche y para evitar que se escapase rodeó el palacio de guardianes. 


Pero a los veintinueve años la inquietud le llevó a tomar la decisión de abandonar la vida lujosa de palacio y para ello mientras la corte se sumía en un profundo sueño se escapó tras despedirse de su mujer y su hijo recién nacido.


Se escabulló del reino con su sirviente y confidente Chandaka y su caballo favorito Kanthaka. Chandaka era un lacayo de la corte del rey confiado al príncipe para atender sus necesidades. Años más tarde cuando regreso Siddhartha convertido en Buda se ordenó monje budista. Tras alejarse de palacio el príncipe se despidió de Chandaka, ordenándolo que regresara a palacio y se llevase a su caballo. Mara (el demonio) intentó tentarlo convenciéndolo para que olvidase su idea de renunciar a su vida como rey, pero sus intentos fueron infructuosos. 


Comenzó a caminar y se encontró con un mercader pobremente vestido cambiándole los ropajes. Fue entonces cuando antes de entregarle su espada se corto los cabellos y dijo: “Si estoy destinado a hallar el “Nirvana” en la vida, que estos cabellos se mantengan en el vacío o que caigan a mis pies” y su cabellera se mantuvo en el aire recogida por unos dioses de la Tierra de los treinta y tres cielos. A partir de este momento se convirtió en monje.


Peregrinó como un asceta más, reconociendo en sus semejantes las enfermedades, el dolor, el desconsuelo, la desesperación, la vejez y la muerte. Estaba llamado a liberar a los hombres del miedo y la ignorancia, caldos de cultivo del sufrimiento y comprendió que la única vía para conseguirlo era el conocimiento: la sabiduría. Para ello buscó a los maestros de meditación más reconocidos para así aprender de ellos, pero rápidamente los superaba sin haber logrado su objetivo. Durante seis años vivió en una cueva acompañado de cinco ascetas que sorprendidos por la intensidad de sus actos se convirtieron en sus fieles compañeros .


Durante ese tiempo practicó la meditación y diversas mortificaciones hasta hacer de su cuerpo un montón de huesos resultado de extenuantes ayunos. Pero las respuestas a sus preguntas no aparecían. Dobló sus esfuerzos rechazando el agua y la comida, hasta llegar a estar a las puertas de la muerte. Un día, mientras meditaba cerca de un río, se encontró con un discípulo y joven músico llamado Sona y al verlo azorado con la Cítara (instrumento de cuerda) le dijo: 
“- Dime, Sona, ¿ puedes producir un buen sonido con la cítara si tensas demasiado las cuerdas?
- No, Señor, en tal caso los tonos son demasiado altos. 
- Y, por otro lado, ¿puedes extraer un buen sonido si aflojas demasiado las cuerdas?”
- En ese caso, Señor, los tonos son muy bajos.”
- Entonces, ¿qué es lo que harías? 
-Hombre de gran virtud, es vital afinar las cuerdas de manera apropiada, sin tensarlas ni aflojarlas demasiado
Siddhartha comprendió entonces que ningún extremo es bueno, se había ido al polo del ascetismo y la mortificación, después de haber sido un príncipe con todos los lujos y comodidades. Fue entonces cuando se planteó que debía seguir el “Camino Medio”. La determinación debe ser muy firme, pero el esfuerzo debe ser adecuado. Sin perjudicar el cuerpo ni dañar la mente.


Un día, una campesina llamada Sujata vio a un monje famélico y se apiadó de él. Le rogó que comiera un poco de su arroz con leche. Siddhartha convencido de que las prácticas extremas no le estaban llevando a ninguna parte, comió, bebió y se bañó en el río. Los cinco ascetas le vieron y llegaron a la conclusión de que Siddhartha había dejado la vida ascética tomado el camino de la carne, así que determinaron abandonarlo.


A los treinta y cinco años se encaminó hacia el pueblo de Uruvela en el noreste de la India y se sentó en posición de meditación de flor de loto debajo de una higuera gigante conocido actualmente como “Árbol de la Iluminación” o “Árbol Bodhi”, proponiéndose no moverse de allí hasta alcanzar su objetivo. Los días pasaban y su voluntad permanecía inalterable, su mente se clarificaba teniendo cada vez más conocimiento de cuales eran las causas del sufrimiento y de la continuidad de los seres en la rueda del “Samsara” (muerte y renacimiento) tras cuarenta y nueve días de meditación. 


Cuatro semanas después de que Siddhartha Gautama comenzara a meditar bajo el Árbol Bodhi, el cielo se oscureció durante siete días y se desprendió una prodigiosa lluvia. Fue entonces cuando el poderoso rey de los Nagas, Muchalinda, apareció del interior de la tierra y se enroscó bajo Gautama a modo de cojín cubriéndolo con su caperuza y protegiéndolo de las inclemencias. Cuando la tormenta se despejó, el rey serpiente asumió forma humana, se inclinó ante él y se retiró.


Pero esa misma fuerza y determinación hizo que pronto el Mara Devaputra  (el rey de los demonios) se preocupase enviando a sus ejércitos para quebrar la voluntad de Siddhartha. Devaputra intentó interrumpir su concentración con pavorosas apariciones. Manifestó huestes de terribles espíritus demoníacos: unos le disparaban lanzas y flechas, otros le arrojaban bolas de fuego, piedras, rocas y hasta montañas enteras. Sin embargo, Siddhartha permaneció imperturbable. Gracias al poder de su concentración, los fuegos ardientes se transformaron en ofrendas de luces del arco iris, y las armas, rocas y montañas, en una refrescante lluvia de flores. Viendo que Siddhartha no claudicaba, Mara envió a sus tres hermosas hijas para que lo sedujesen y lo desviasen de su búsqueda espiritual. Esas hijas eran Deseo, Satisfacción y Arrepentimiento. Desesperado Mara le preguntó que quien era él para lograr llegar a tal estado de conciencia a lo que Siddhartha, conservando su posición de loto, tocó la tierra con su mano derecha, la tierra tembló y de ella salió la Diosa Tierra alegando ser su testigo. Después de esto, Mara y sus ejércitos se retiraron y Siddhartha Gautama alcanzó la “Iluminación” convirtiéndose en Buda, logrando ver todas sus vidas anteriores y comprendiendo la forma de erradicar el sufrimiento. Siddhartha había comprendido que el deseo era la causa del sufrimiento. El deseo crea apego y éste ata a la existencia, fomenta la ilusión del yo y sume a los seres humanos en un estado de ignorancia en que no reconocen la naturaleza de su mente condenándose a vivir en el “Samsara”.


Brahma, el rey de los dioses o dios creador, convenció a Buda para que enseñara, diciéndole que quizá algunos de los humanos solo tuvieran una pequeña mota en sus ojos y podrían despertar con solo oír su historia. Buda aceptó y reflexionó si debía o no enseñar el “darma” a los demás. Le preocupaba que los seres humanos, al estar tan dominados por la ignorancia, la avidez y el odio, nunca podrían reconocer un camino que es tan sutil y profundo como difícil de entender. Sin embargo se convenció que al menos uno lo entendería. Había comprendido las raíces del sufrimiento y supo que para evitarlo, había que alcanzar un estado de ausencia de deseo. Por eso se convirtió en Buda, “aquel que está libre de todo sufrimiento y del ciclo de la reencarnación”. Pero se vio enfrentado a una elección. Podía entrar en el “nirvana”, el estado no perturbado de la conciencia suprema y abandonar el mundo o renunciando momentáneamente a la liberación personal, enseñar el camino a sus congéneres. Mara lo apremió para que escogiera la primera opción y Brahma para que se decantase por la segunda. Al final Buda cedió a las súplicas del dios creador. Se dedicó a viajar y a enseñar, fundó una orden monástica y sentó las bases de la era budista en la civilización india.


Ocho semanas después de la “Iluminación” Buda se encontró con dos comerciantes, Tapussa y Bhallika. Ellos vieron a Buda meditando en silencio a las afueras del pueblo. Impresionados por su aspecto sereno y su paz se acercaron a él y le ofrecieron un plato de gachas de cebada y bolas de miel. Cuando el Buda había terminado de comer los dos comerciantes preguntaron si podían seguirlo convirtiéndose en sus primeros discípulos.


En Sarnath, cerca de Benarés, a unas cien millas de Bodh Gaya, se cruzó con los cinco ascetas con los que había practicado durante tanto tiempo atrás. Allí, en un parque de ciervos, dio su primer sermón, llamado "el arranque de la rueda de la doctrina". Les explicó las Cuatro Nobles Verdades y el Óctuple Sendero. Ellos se convirtieron en discípulos y dio comienzo la “Shangha” o comunidad de monjes.


El discípulo número seis fue Yasa, hijo de un rico comerciante de Benarés que insatisfecho con su vida repleta de lujos decidió unirse a la comunidad. Sin duda una vida llena de paralelismos con la del propio Siddhartha. Poco después se uniría toda la familia de Yasa.


Visitó varias veces su ciudad natal y recorrió el valle del Ganges, levantándose cada día al amanecer y recorriendo entre 25 y 30 kilómetros por jornada enseñando generosamente a todos los hombres sin esperar recompensa ni distinción alguna. No era un agitador y jamás fue molestado ni por los brahmanes, a los que se oponía, ni por gobernante alguno. Las gentes, atraídas por su fama y persuadidas de su santidad, salían a recibirle, se agolpaban a su paso y sembraban un camino de flores.


Durante los seis años de ausencia de Siddhartha, Yashodara siguió con atención las noticias sobre su marido hasta el día que regresó al palacio tras su “Iluminación”.


Cuando el príncipe Rahula, su hijo, tenía siete años cumplidos, Buda fue a visitarlo y durante la visita Yasodhara mandó al niño que le pidiera la herencia a su padre. El joven príncipe estuvo siguiendo al Buda y le insistía, “monje, dame mi herencia. Monje, dame mi herencia”. Buda le explico a su padre, el rey Suddhodana, que ahora consideraba que su linaje no era más de una realeza terrenal, sino de la nobleza de los budas. Si acaso tenía alguna herencia que otorgar era su sabiduría y su compasión. De manera que como el pequeño seguía acosándolo y persistía en su petición, el Buda le encargó a uno de sus principales discípulos que le diera la ordenación. Fue así como Rahula se convirtió en un joven monje. Cuando el viejo rey se enteró de ésto se enfadó, no sólo había perdido a su hijo sino también a su nieto, herederos ambos de su título y riquezas. Buda vio la desazón de su padre y decidió que en el futuro no daría la ordenación a ningún muchacho sin contar antes con la aprobación de sus padres. Buda continuó predicando durante cuarenta y cinco años.


Ananda, primo de Siddhartha se unió junto a su hermano y otros nobles durante el segundo año de predicación y permaneció junto a él hasta el momento de su muerte, sirviéndolo con gran dedicación durante veinticinco años.


Gracias a la intervención de Ananda, las mujeres pudieron ingresar en la orden budista. Tras la muerte de su marido su tía y madre adoptiva Mahaprajapati decidió abandonar la vida mundana y liderando a otras mujeres solicito al maestro les permitiera ordenarse, a lo cual éste se negó hasta en tres ocasiones. En una demostración de férrea voluntad, las mujeres siguieron a Buda a pie, presentándose de nuevo ante él con el cuerpo cubierto de polvo y los pies hinchados reiterando su deseo de pertenecer a la Sangha. Ananda conmovido, decidió interceder por ellas y planteó él mismo la petición a Buda, recibiendo también la negativa del maestro. 


De nuevo Ananda insistió preguntándole si las mujeres que decidieran abandonar la vida mundana y vivieran según los preceptos monásticos podrían alcanzar logros espirituales y finalmente el estado de “arhat”, a lo cual Buda respondió afirmativamente. Posteriormente resaltó el hecho que Mahaprajapati había cuidado de él cuando era niño después de la muerte de su madre Mahamaya, argumento que terminó por convencer a Buda quien desde ese momento aceptó la conformación de una orden femenina.


Al escuchar que su esposo llevaba una vida santa decidió emularlo deshaciéndose de su joyería, usando una túnica amarilla y comiendo solo una vez al día y aunque sus parientes le enviaban mensajes para decirle que la mantendrían, ella no aceptaba. Algún tiempo después de que su hijo Rahula se volviese monje, Yasodhara también entró en la orden de monjes y monjas incluida entre quinientas mujeres seguidoras de Buda. Se la consideró el mayor poder sobrenatural entre las monjas. Murió a los setenta y ocho años, dos años antes del fallecimiento de Buda.


Las representaciones más habituales de Buda son de pie, tumbado y, sobre todo, sentado con las piernas entrecruzadas. Tumbado representa la muerte serena de Buda, el sosegado camino hacia el “nirvana” absoluto. De pie representa la “puesta en marcha” de la doctrina budista. Aunque la pose más habitual es sentado, meditando en la posición del loto. Lo más destacado en estas figuras es la posición de las manos (Mudras).


Otra de las diferencias en las representaciones de Buda las vemos en su rostro. La mayoría de las estatuas de Buda tienen los ojos cerrados o semicerrados, Buda no mira al exterior, sino hacia su interior. Cerrando los ojos, es capaz de ver lo que realmente busca, algo que se encuentra dentro de sí mismo. Con su rictus tranquilo y sonriente vemos que no está dormido, sino perfectamente consciente de la evolución espiritual que está teniendo lugar durante su meditación. El rostro lleno de paz de Buda suele además representarse de forma un tanto andrógino, bien podría ser un hombre o una mujer. Simboliza que lo importante es la humanidad, el equilibrio, el Yin y el Yang. Representarlo con los lóbulos de las orejas muy grandes significa la capacidad de escuchar lo que el mundo necesita.


Buda con ochenta años de edad, anunció que pronto llegaría al paranirvana o el final de la sin mortalidad y abandonaría su cuerpo terrenal. Después de esto y terminado el período de lluvias, prosiguieron peregrinando y llegaron a una aldea llamada Pava.  Allí un herrero, de nombre Chunda, invitó a comer a Buda. Siddhartha aceptó el convite consistente en carne de cerdo. Siddhartha comenzó a sufrir disentería, vómitos y hemorragias. Su primo Ananda quiso reprender al herrero aunque Buda aplacó su ira diciendo que se había limitado a convidarlo. Sumido en el dolor, Buda continuó su camino.


Se detuvo en Kushinagara, al sureste de la tierra de los Shakyas, cerca del antiguo hogar. Sin embargo la enfermedad resultó más fuerte que sus deseos. Sintiéndose morir, pidió a Ananda que comunicara a los que habitaban en las cercanías que Buda iba a entrar en el “Nirvana”.


Bajo un árbol, como cuando nació y cuando logró la “Iluminación”, el Buda alcanzó el “parinirvana”. En los sitios donde ocurrieron estos eventos se han colocado altares y son lugares de peregrinación. El altar del “paranirvana” se encuentra en Kushinagar. Buda decidió morir en el que Ananda describió como un “triste pueblo de casuchas”, pero no fue una casualidad. Fue en éste donde el Buda se recostó y explicó qué arreglos quería para su funeral. Mientras tanto, Ananda se sintió invadido por una gran tristeza y se alejó para llorar a solas. Sin embargo el Buda lo llamó y le dijo: “es suficiente Ananda, no te pongas así, tarde o temprano tenemos que desprendernos de todo lo que más queremos. Mantén viva tu práctica y alcanzarás la liberación de todos los obstáculos”. Sus últimas palabras invitaban a los monjes que tuvieran dudas sobre sus enseñanzas a que las expresaran en ese momento, ya que estaba todavía allí para resolverlas. No hubo más preguntas. Tras un silencio absoluto el Buda exclamó: "Todas las cosas creadas son inestables. Busca la verdad, Duda de todo, encuentra tu propia luz". Buda murió sonriendo.


Rodeado de sus discípulos, alcanzó la paz eterna de la extinción completa, el “paranirvana”. Este es un estado al que sólo acceden después de morir los que han alcanzado el “nirvana” durante su vida. 


Para los budistas el “nirvana” es el estado de liberación tanto del sufrimiento como del ciclo de renacimientos. “nirvana” significa “el soplo que apaga” las llamas del deseo, del odio y de la ignorancia, así como la ausencia de la sed por la experiencia sensual, por la continuación de la existencia e incluso por la no existencia. El “páranirvana” es el “nirvana” final que una persona alcanza tras la muerte del cuerpo, siempre que en vida esa persona haya alcanzado la “iluminación”. Es el objetivo supremo del budismo, que rompe el ciclo de muerte y renacimiento. Según la concepción budista, la liberación se puede obtener aquí en la tierra, en vida (nirvana) y se puede obtener más allá de la muerte física del cuerpo una vez alcanzado el primero (paranirvana). Son dos fases de un mismo proceso, una provisional y otra definitiva, siendo necesario siempre el paso por la primera para alcanzar, tras la muerte, la segunda. 

La palabra Buda significa “el que ha despertado” o “que se ha iluminado”. Generalmente se usa este término para referirse a Siddhartha Gautama, el Buda histórico y fundador del budismo, pero puede utilizarse para cualquier persona que alcancen el “nirvana”. La palabra “karma” es la ley de causa y efecto, es decir que todo lo que hagas, bueno o malo, repercutirá en tu futuro inmediato y en tus próximas vidas. Todos podemos elegir entre hacer el bien o el mal, pero tenemos que asumir las consecuencias. Algo así como “cosecharás lo que siembras”.

Buda no es Dios, aseguró el mismo Buda Gautama, sino que la misma cosmología budista hace esta distinción al afirmar que el estado del buda únicamente lo pueden lograr los seres humanos, en quienes reside el mayor potencial para la “iluminación”. La doctrina budista, de práctica meditativa, no fue una revelación divina, sino más bien el entendimiento de la verdadera naturaleza de la mente y tal entendimiento puede ser descubierto por cualquiera. Es el adentrarse en la realidad lo que se logra al comprender que la ignorancia puede eliminarse. 


El aspecto físico de Siddhartha era delgado. Tras su “Iluminación” viajó a diario de pueblo en pueblo durante casi cuarenta y cinco años de su vida. Su alimentación era escasa, solo comía lo necesario, más aún, se cree que era vegetariano. Razones por la cual se desecha que haya sido “gordo”. Por otra parte, ese Buda rechoncho y barrigón, sentado con una gran sonrisa” no es el verdadero Buda (Siddhartha Gautama) sino un  personaje llamado Bikkhu Hotei el cual fue un monje budista y vivió hace aproximadamente mil años. Hotei fue muy respetado y admirado por la felicidad desbordante que tenía, además poseía una gran sabiduría y una buena conciencia. Era un hombre lleno de amor, de buen carácter y por ser tan benevolente se le llegó a llamar “Buda”, por lo similar en poseer un carácter lleno de amor y de buen temperamento, pero que sin embargo, nunca llegó a alcanzar el “nirvana”. Es así como en la tradición china, se le conoce también como “Budai” o “Butai” y debido a la similitud entre el término “Buda” y Budai” se llega a producir la confusión con Siddhartha Gautama. Por último cabe añadir que en la tradición china, la gordura representa la abundancia y la prosperidad.