miércoles, junio 27

I CURSO DE NAVEGACIÓN OCEÁNICA

I CURSO DE NAVEGACIÓN OCEÁNICA EN TRAVESÍA
JUNIO 2018


Del 17 al 23 de junio de 2018 se desarrolló en aguas del Golfo de Vizcaya el I Curso de Navegación Oceánica en Travesía entre las localidades de Gijón – La Rochelle (Francia) – Santander – Gijón. A las 17.00 horas del domingo 17, tuvo lugar la reunión de alumnos en el aula del Club Vela Bahía de Gijón (entidad organizadora del evento) y durante tres horas se desarrolló el programa teórico previo al embarque. En él se trataron temas como el equipamiento personal y colectivo de seguridad, las características especiales de la navegación oceánica diurna y nocturna, la distribución de guardias de mar, la distribución de camarotes, las normas, organización y convivencia a bordo, la meteorología prevista y el plan de navegación.

A las 22.00 horas tuvo lugar el embarque en el catamarán escuela Gran Bahía II, una unidad de 44 pies (13,40 metros) muy cómoda, amplia y segura la cual reúne unas condiciones óptimas para este tipo de cursos. Pocos minutos después, libres de amarras, poníamos proa directa hacia la localidad francesa de La Rochelle de la cual nos separaban 250 millas a rumbo directo. El viento se presentaba en calma a excepción de la presencia de una mar de fondo que oscilaba entre los 1,5 y los 2 metros con un periodo aproximado de doce segundos.



Poco a poco fuimos dejando la costa cantábrica atrás y durante gran parte de la noche las luces de las poblaciones asturianas cercanas a Gijón se mantuvieron como únicas referencias al sur cada vez más pequeñas y exiguas. La luna iluminaba tímidamente la superficie de la mar en su fase creciente aunque por el momento solamente lo hacía con un 15% de su potencial lumínico (llegaría al 84% al final del curso). El planeta Venus se mostraba espléndido hacia el oeste, Júpiter brillaba al sur y Saturno al este. Durante este primer periodo de la navegación, los alumnos se fueron adaptando a las nuevas condiciones de vida en la mar, organizaron los equipajes en los camarotes, reconocieron la unidad, la localización de los equipos, la cubierta y sus características, los dos puestos de gobierno (interno y externo) y a partir de las 23.00 horas entró en servicio el grupo de alumnos que compondrían la primera guardia. Los relevos se irían realizando, a partir de ese momento, cada tres horas de manera indefinida.


Al amanecer del día 18 toda referencia terrestre había desaparecido. Un tímido Sol hizo acto de presencia por el este pero su orto rápidamente se eclipsaría cubriéndose el cielo con una nubosidad estratiforme de la cual se desprendió una persistente llovizna a lo largo del día. El color gris lo invadía todo, la diferencia entre la mar y el cielo apenas existía, el viento se estableció de componente norte flojo y la mar de fondo permanecía con metro y medio de altura. Llevábamos dada toda la superficie vélica disponible para un rumbo de ceñida y la velocidad se estableció entre los 4,5 y los 6 nudos. Algunos alumnos hicieron notar la sensación de aislamiento que sentían por primera vez ante un horizonte sin referencias terrestres. El catamarán progresaba plácidamente hacia el NE y un nuevo horizonte se abría ante nosotros a cada instante sin apenas percibirlo.


Al principio de una travesía normalizar la vida a bordo en la mar no es fácil, es necesario un periodo de adaptación más o menos largo que dependerá de las características individuales de cada alumno. Algunos tardaron más y otros menos en adaptarse al movimiento y falta de referencias que propicia una primera fase de navegación cuando ésta coincide  con el periodo nocturno. No obstante, a bordo, se estableció un ritmo de vida normalizado desde un principio el cual viene marcado habitualmente por los horarios del desayuno, comida y cena. Fredy, el patrón de la embarcación, se encargó de la cocina durante el curso con gran pericia y dedicación. El catamarán contaba en su almacén con gran variedad de víveres donde la calidad de los productos frescos era el referente principal. Esto aseguró una alimentación abundante para realizar unos menús lo más “caseros” posible, ricos y equilibrados. La mayoría de los alumnos contribuyeron de manera significativa en las labores de la cocina comprendiendo perfectamente que estas labores también forman parte de las actividades más importantes de las travesías. Una embarcación en constante movimiento requiere técnicas específicas y sobre todo un escrupuloso respeto y adaptación de las medidas de seguridad a la hora de asumir este tipo de labores.





Las guardias de mar se iban sucediendo con naturalidad y al mismo tiempo los periodos de descanso de los alumnos se fueron adaptando a las fases de formación didáctica. Todos los días se establecían dos clases contenidas en el programa del curso, una por la mañana y otra por la tarde con una duración aproximada de dos horas y media cada una de ellas. Los temas fueron muy variados y trataron principalmente de los aspectos específicos que afectan a la navegación oceánica. La seguridad personal y colectiva se trató con especial atención. Por otra parte las características concretas que se pudieran dar ante periodos de mal tiempo se diseccionaron convenientemente siendo este tema el que más interés suscitó entre los alumnos.



El mantenimiento y los protocolos de revisión en las embarcaciones deportivas fue otro tema que se trató ampliamente siendo, en este caso, complementado con una práctica cuando recalamos en Santander días después. Todos los alumnos fueron subiendo al tope del mástil para realizar una revisión completa de la jarcia firme y al mismo tiempo acostumbrarse a una operación que pudiera darse en cualquier momento. En esta ocasión la revisión se basaba en la inspección ocular de todos los arraigos y dispositivos de anclaje de la jarcia firme y de labor con la captura de fotografías en modo “macro” de éstas partes para analizarlas con mayor detalle una vez descargadas en el ordenador con la asistencia del “zoom”.




La navegación oceánica y la autosuficiencia que es deseable en este caso, implica conocer y practicar técnicas para obtener la situación geográfica y que aseguren en todo momento la independencia de sistemas electrónicos y eléctricos, los cuales son susceptibles de averías y desconexiones. Por ello la observación astronómica ha tenido en este curso una atención especial. Cuando la meteorología nos brindó cielos despejados, los alumnos aprendieron y se entrenaron en el uso del sextante con el fin de obtener alturas lo más exactas posibles que tras los cálculos pertinentes posibiliten una posición lo más cercana a la real. Para conseguir unas lecturas y posiciones astronómicas aceptables hace falta tener práctica la cual no se obtiene en una semana de curso. No obstante esperamos haber sembrado en los alumnos el suficiente nivel de curiosidad e interés por estos procedimientos tradicionales que determinan, definen y diferencian a los marinos oceánicos serios y responsables.


La compresión de los conceptos astronómicos básicos que entran en juego y los cálculos posteriores, ocuparon también un gran espacio de tiempo lectivo, lo cual requirió por parte de los alumnos mucha atención y paciencia para intentar comprender una de las mayores complejidades que tiene el posicionamiento astronómico en navegación. Se dibujaron muchas esferas celestes con rectas de altura, azimuts, declinaciones, semicírculos horarios, ascensiones rectas, triángulo de posición, rectas de altura, diversos momentos de observación etc. los cuales son conceptos que requieren una visión tridimensional y apuestan por un sólido aprendizaje de los principales conceptos. La meteorología también se trató en profundidad, bajas y altas presiones, sistemas frontales, fetch y persistencia, tiempo asociado, viento y olas, hidrometeoros, etc. todo un conjunto de fenómenos y conceptos que influyen directamente sobre nuestros proyectos náuticos y que de forma inequívoca es necesario conocer y aplicar.





Por otro lado el trabajo en la carta náutica, calculando situaciones observadas o de estima, es también de vital importancia en la navegación oceánica. No es lo mismo trabajar la carta del Estrecho de Gibraltar en las aulas con un programa específico y conocido cara a las titulaciones náuticas oficiales, que hacer lo mismo a bordo y en navegación con movimiento, con diferentes escalas y dificultades de interpretación. Las dificultades aumentan y la responsabilidad de quién determina la posición se hace determinante.




Entre los periodos de clase y los de guardia, la vida a bordo iba transcurriendo con normalidad. La meteorología fue cambiando coherente y afortunadamente con los partes que íbamos obteniendo y el rumbo y la superficie vélica fue adaptándose a las nuevas circunstancias. Por otro lado los alumnos tuvieron largos periodos de gobierno a mano de la embarcación intentando mantener el rumbo lo más correcto posible, barajando las olas que se empeñaban en alterar el destino, aprendiendo a anticiparse a las guiñadas y cogiendo confianza en las posibilidades y reflejos de cada cual cuando las circunstancias se hacían más críticas. También hubo momentos para disfrutar del batir de las olas y del espectáculo que ofrece la visión de los delfines jugueteando en la proa.





Una vez fondeados en La Rochelle (Francia) se continuó con las clases teórico-prácticas y aprovechando que la temperatura de las aguas permitían un satisfactorio baño, aprovechamos para ejercitar a los alumnos en algunas técnicas sencillas de supervivencia.




Fuera del programa del curso (por razones obvias) y habiendo sido el echo que comentamos a continuación muy afortunado para la formación de los alumnos, el cuerpo de vigilancia costera francés (Aduana), nos interceptó a pocas millas de la recalada en La Rochelle y procedieron a una inspección rutinaria de la embarcación y tripulantes. No es agradable para nadie sentirse “presunto culpable” de un supuesto tráfico de armas, drogas o inmigración ilegal y por ello la presencia de los agentes a bordo, revolviendo todo, accediendo a espacios íntimos o supuestamente ocultos, indagando en las propias identidades y adoptando, a veces, actitudes autoritarias, son experiencias relativamente habituales cuando se navega por el mundo.




Independientemente de esta breve alteración en nuestros planes, la vida transcurrió a bordo según lo planificado. Festejamos el jueves 21 el solsticio de verano con cava español y emprendimos la travesía de vuelta determinando una recalada en Santander dado el escaso ángulo de ceñida a rumbo directo a Gijón y la escasez de viento. Para el día siguiente éste iría en aumento de manera paulatina y se pronosticaron vientos del NE de moderados a fuertes, lo cual se recibió a bordo muy satisfactoriamente.





Durante las travesías mantuvimos cuatro cañas dispuestas con aparejos de curricán para intentar capturar algún túnido en aguas alejadas de costa, pero no tuvimos suerte en el empeño. La velocidad óptima para este tipo de pesca oscila entre los 5,5 y los 6,5 nudos cuestión ésta que intentamos mantener para optimizar la técnica de pesca. Pero las aguas están aún bastante frías para la entrada de los bonitos en el Golfo de Vizcaya y una muestra de ello es que en estas fechas las embarcaciones profesionales están obteniendo buenos resultados pero aún en aguas cercanas a las Azores.


Con viento fresco navegamos desde Santander hacia Asturias abriéndonos al norte para pasar sobre el “Cachucho”, un caladero de altura famoso por el avistamiento de cetáceos y rico en recursos pesqueros pelágicos. Multitud de delfines nos escoltaron durante horas pudiendo interactuar con ellos desde la cubierta e inmortalizarlos con nuestras cámaras fotográficas. Cuando hubimos recorrido por fuera la cornisa cántabra y asturiana, y localizándonos al NNE del Cabo Peñas, alteramos el rumbo y con un viento moderado que oscilaba entre los 22 y los 26 nudos y mar formada, recalamos en Gijón a las pocas horas.



Con seis días de navegación y 560 millas pasadas por la quilla, el curso transcurrió de manera muy satisfactoria. Los alumnos vivieron una experiencia de navegación de altura donde la mar impone constantemente su criterio y estado de ánimo, cada uno de ellos pudieron experimentar sensaciones individuales y colectivas de especial importancia para sus futuras incursiones en la mar. Es de destacar la más absoluta disposición de todos en el conjunto de tareas a bordo así como la atención y estudio de las materias didácticas que se impartieron en navegación. El conjunto de la experiencia, nos hace estar convencidos de que la oportunidad que nos han dado los alumnos de poder compartir con ellos nuestras experiencias de mar y vida a bordo, se convertirá en un excelente referente para su futuro desarrollo náutico ¡Enhorabuena muchachos! ha sido un auténtico placer ser vuestro instructor.



VÍDEO SOBRE EL DESARROLLO DEL CURSO
Durante el transcurso de este I Curso de Navegación Oceánica hemos ido grabando diferentes tomas de vídeo que entendimos eran representativas del desarrollo del evento. Una vez editadas, os presentamos este trabajo que con una duración de 16.40 minutos queremos ofrecer especialmente al conjunto de alumnos que lo han hecho posible.


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