jueves, agosto 9

Los Dragones de Komodo toda una experiencia



42º.- ENTRE DRAGONES DE KOMODO Y NAUTILUS


Una mañana zarpamos de Kupang, en la isla de Timor, con la intención de adentrarnos en el cinturón de islas que compone la mayoría del territorio indonesio. Nuestro primer destino fue la isla de Rinca, situada al WNW y a unas 260 millas a la cual arribamos después de una navegación lenta pero confortable. En la aproximación nos sorprendimos al observar que estas islas, tanto Rinca como la cercana Flores (geológicamente jóvenes), tienen importantes alturas siendo muy escarpadas y agrestes, recortándose contra el horizonte como auténticas esculturas ancestrales.


La primera recalada la realizamos en la parte sur de la isla, que con el nombre de Lehok Uwada Dasami es una especie de amplio canal formado entre la isla principal y la de Kode. Fuertes corrientes de marea afectan el área lo que implica una muy cuidadosa navegación siempre pendientes del ángulo de deriva que varía con inusitada rapidez dependiendo de la intensidad y rumbo de las corrientes, todo ello estrechamente ligado a los horarios de las mareas. Y sobre éstas, no es fácil conseguir una información fiable, siendo entonces necesario un simple cálculo astronómico para determinar el horario del paso de la luna por el meridiano superior/inferior. A partir de ahí, se aplican las horas correspondientes al momento que se desee (viene indicado en algunos derroteros) y se puede estimar la dirección de la corriente en un punto determinado, especialmente en los pases entre las islas.


Aunque ya estábamos informados gracias a toda la documentación que fuimos recabando con anterioridad, no dejó de sorprendernos también la profundidad de los fondeos más protegidos. En la siguiente imagen se puede ver al Tin Tin felizmente arribado al nuevo destino, situado a escasa distancia de la costa y ¡con 26 metros de sonda bajo su quilla! siendo esta la tónica general que nos espera en muchos lugares por Indonesia.


Como ya relatamos en el reportaje número 79.- Primer desembarco en la isla de Rinca (localizado en un blog adjunto, al que se accede pulsando en la columna de la izquierda de esta página, arriba del todo, donde dice: Estamos navegando, síguenos aquí), para nuestro desembarco en la isla de Rinca no pudimos elegir mejor momento al ser recibidos por unos anfitriones muy especiales. Aún no habíamos pisado tierra firme cuando un dragón salió de la vegetación que circunda la playa caminando directamente hacia nosotros. Quedamos paralizados, inmersos en una extraña sensación de sorpresa, admiración y temor.


A este se le sumó otro mientras nos encontrábamos con el agua por las rodillas sujetando la embarcación auxiliar que luchaba por varar en la playa y unirse a la comitiva. Aunque conocíamos que los dragones son capaces de desenvolverse muy bien en el agua, nos sentimos más seguros a una distancia prudencial y listos para alejarnos de la playa si fuera necesario.


El nombre de este fascinante animal es Dragón de Komodo, pero no solamente habita en la isla de Komodo situada a escasas millas de Rinca. Son animales carnívoros, capaces de capturar ciervos, caballos, jabalís, monos, cabras y búfalos de agua. Nadan con agilidad y en tierra pueden llegar a los 80 km/h en cortas distancias. Llegan a tener más de tres metros de envergadura y su mordedura es extremadamente ponzoñosa. Y precisamente esta última característica la aprovechan en ocasiones para infectar a sus víctimas a las que persiguen durante días hasta que caen abatidas por la enfermedad. En otras ocasiones utilizan la cola a modo de látigo para golpear a la presa antes de abalanzarse sobre ella. Este golpe puede llegar fácilmente a fracturar la espalda de un hombre.


Tardamos bastantes minutos antes en salir del agua, mientras tanto disparábamos sin cesar nuestras cámaras fotográficas, el momento era sublime. En realidad éramos nosotros los que estábamos siendo observados meticulosamente. Suponemos también que gracias a sus lenguas bífidas y olfato registraban una serie de parámetros que les servirían para determinar nuestra composición y decidir si nos clasificaban como presas o simplemente como objetos molestos animados.


En un momento dado dejamos de ser el principal motivo de atención y los dragones empezaron a mostrarse más interesados en si mismos. Nuestra imaginación creyó ver en la pareja a un macho y a una hembra preñada y como él la protegía intercalandose entre ella y nosotros... No obstante, aplicar de inmediato patrones estereotipados ante la conducta de unos animales tan singulares y desconocidos para nosotros, fue simplemente un alarde de soberbia que nos define perfectamente como seres humanos.


Un tiempo después, confiados por el aparente comportamiento pacífico de nuestros nuevos amigos, nos animamos a desembarcar definitivamente. Ajenos a su interés los observamos muy atentamente pendientes de sus evoluciones y manteniendo la guardia ante la posibilidad de que entrasen en la escena nuevos especímenes.


Lenta y detenidamente los dragones inspeccionaron la playa y nosotros los seguimos aun impactados por el súbito encuentro y creyendo encontrarnos ante un paisaje salido de la memoria de los tiempos. Solo la presencia del Tin Tin anclado al fondo de la ensenada nos devolvía a la realidad.


Los dragones en ningún momento se mostraron agresivos, únicamente curiosos. Manteniendo las correspondientes medidas de seguridad, nos fuimos acercando a ellos hasta una distancia prudencial que nos permitió sacar cientos de fotografías y rodar muchos minutos de video.


Los remos iniciales, los sustituimos por largos palos que nos brindaban una falsa sensación de seguridad. Y de esa guisa, recorrimos parte del área que circundaba el punto de desembarque internándonos en la isla y gravando en video todos y cada uno de nuestros movimientos a la espera de la irrupción en la escena de nuevos animales.


Vimos monos muy huidizos, ciervos y jabalís, todos ellos potenciales presas de los dragones. No fue fácil obtener imágenes de estos animales, ya que por más que intentamos acercarnos a una distancia adecuada para realizar una buena fotografía, nuestra impericia e indumentaria a la hora de pasar desapercibidos nos traicionó.



Y para completar un día de descubrimientos y emociones, encontramos una caracola de nautilus. Esta especie de cefalópodos viven muy profundos en cotas próximas a los 500 metros y solamente cuando mueren, algunas de sus conchas ascienden a la superficie y tras ser arrastradas por las corrientes se depositan en las costas. Estos animales también están considerados fósiles vivientes, así que en solo una jornada nos encontramos ante un mundo natural con profundas raíces en el pasado.


Más huellas de dragones dejando su rastro sobre la arena húmeda descubierta por la marea vaciante y la tripulación del Tin Tin emocionada y expectante ante tales acontecimientos. Seguir la huella de estos animales es como retroceder a tiempos pretéritos y sentir la tremenda sensación de estar contemplando un fósil que respira y vive nuestro tiempo, un lazo de unión entre la naturaleza y lo mejor del ser humano.


Nuevos dragones, nuevas experiencias en una naturaleza inalterada que nos observa con atención y curiosidad. Rostros primitivos, únicos en su especie, vestigios de la historia natural que se niegan a desaparecer adaptándose al medio y sobreviviendo hasta nuestros días.


Los dragones de Komodo observaron la extraña forma del Tin Tin que se recortaba en su paisaje flotando en profundas y serenas aguas. Ojalá estos pequeños pedazos de tierra continúen manteniéndose inalterados donde la naturaleza gestiona sus propios recursos cuidando y protegiendo a tan singulares animales que han conseguido sobrevivir a través del tiempo ¡larga vida futura para los dragones de Komodo!


Para nosotros esta ha sido una muy bonita y entrañable experiencia, la cual vivimos con intensidad tratando de registrar en nuestras mentes y cámaras hasta los más pequeños detalles. Cuando abandonamos Rinca y Komodo empujados por el monzón del SE, dejamos por la popa un lugar de extraordinaria belleza natural que recordaremos siempre como uno de los lugares donde nos encontramos frente al lento transcurrir del tiempo.



5 comentarios:

  1. Fantástico reportaje, preciosas fotografías e, imagino, una experiencia casi mágica que os agradezco nos acerquéis con tanta precisión y detalle.
    Una vez mas os felicito por el trabajo y os animo a seguir.
    Ángel

    ResponderEliminar
  2. Un gran reportaje,como siempre.Es un placer seguiros.Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Precioso reportaje, impresionante los dragones y que valiente Isabel acercandose a verlos de cerca. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Como diría un famoso de este país, "en dos palabras: IN PREZIONANTE".
    Voy a tener que acuchillar el parquet de casa, porque lo tengo todo raspado de lo que me han crecido los dientes viendo estos reportajes y los del blog "singladurastintin".

    Un fuerte abrazo desde Oviedo.

    ResponderEliminar
  5. Un par de esos bichos al congelador, que con esa dieta, a la parrilla tal vez estén ricos.

    ResponderEliminar