lunes, marzo 6

CURSO NAVEGACIÓN COSTERA EN TRAVESÍA
15, 16 y 17 de septiembre de 2017
Todas las imágenes que se incorporan a este reportaje pertenecen a varios alumnos a quienes agradecemos su participación directa. Hemos señalado bajo cada una de ellas el nombre de su autor.

Como estaba previsto el viernes día 15 de septiembre a las 15.00 horas se reagrupó, en el aula del Club de Vela Bahía de Gijón, el conjunto de los once alumnos que iban a participar en este Curso de Navegación Costera en Travesía, procedentes de Madrid, San Sebastián, Valladolid, Zaragoza, Pamplona y Asturias. Durante tres horas tuvo lugar una clase teórica que cubrió aspectos tan importantes como la seguridad personal y colectiva, la planificación de una travesía, características de la navegación nocturna y diurna, la distribución de guardias y camarotes, estudio del pronóstico meteorológico y el plan de navegación. 
Fotografía de: Marisol e Iñaqui

Posteriormente, a las 20.00 horas, el conjunto de los alumnos más el instructor y el patrón de la embarcación ya estaban a bordo del “Gran Bahía II”, un catamarán marca Lagoon 440 de 13,40 metros de eslora, una unidad moderna, amplia, cómoda y segura, estando equipada para la navegación de altura y por lo tanto muy adecuada para este tipo de actividades docentes. 



Una vez los alumnos fueron ocupando sus camarotes y adecuando los enseres personales, comenzó la maniobra de desatraque en la cual colaboró el conjunto de la dotación. Fuera de la protección de las instalaciones del puerto deportivo “Marina Yates del Principado” empezó a dejarse notar la mar de fondo pronosticada. Durante toda la semana anterior, los diferentes modelos meteorológicos numéricos (GFS y ECMWF) señalaban la presencia de una alta presión ubicada al NW de la península que propiciaría sobre la cornisa cantábrica vientos de componente norte (como consecuencia de la deformación del anticiclón en el sentido de los meridianos), una bajada considerable de la temperatura y la propagación de una mar de fondo del NW próxima a los dos metros que iría disminuyendo paulatinamente. 

Fotografía de: Manuel Echebarri
Con nubes amenazantes y chubascos dispersos por el horizonte, la noche hizo acto de presencia mientras nos aproximábamos a un primer waypoint localizado a 2,5 millas al norte del Cabo Peñas. A medida que íbamos saliendo del resguardo que propiciaba dicho cabo, la mar de fondo se hizo notar cada vez más. El viento soplaba del SW lo cual nos sorprendió al no coincidir en nada con los pronósticos y la intensidad variaba entre los 15 y los 20 nudos. Al poner rumbo directo al destino, la Ría del Barquero del cual nos separaban 80 millas, una mar muy incómoda se presentó por la proa. Intentamos abrir el rumbo hacia el norte, también experimentamos aproar oblicuamente hacia la costa, pero no se ganaba gran cosa, por ello decidimos poner rumbo directo a destino y adecuar una velocidad moderada que propiciase cierta confortabilidad a bordo. 
Fotografía de: Daniel Tribaldos
Tanto Fredy (patrón) como Guillermo (instructor) éramos muy conscientes de que los alumnos se iban a sentir incómodos en estas primeras horas de travesía a las cuales había que añadirle el factor desubicador de la nocturnidad. Por ello, durante la noche, intentamos por todos los medios atenuar los efectos adversos adecuando en cada momento la velocidad con el fin de propiciar un descanso satisfactorio para los que habían optado por dormir en sus camarotes y también facilitando la labor de los grupos de guardia que se iban relevando cada tres horas. 

Fotografía de: Gonzalo Azcárate
Cuando amaneció, las condiciones meteorológicas incluso habían empeorado. Durante toda la noche estuvimos atentos a una previsible y deseable rolada del viento hacia el norte, pero éste permanecía soplando con fuerza del SW con amagos hacia el WSW. Los partes meteorológicos, principalmente los numéricos (Grib Files) fallan a menudo estrepitosamente cuando se trata de pronosticar áreas costeras, las cuales están muy alteradas por su específica formación orográfica. En estos casos, los partes locales, especialmente los emitidos por las entidades náuticas zonales en VHF, pudieran llegar a ser más precisos.

Fotografía de: Daniel Tribaldos
El amanecer presentaba una mar gris que reflejaba perfectamente un cielo de desarrollo cumuliforme con formaciones o células de gran densidad de las cuales se desprendían fuertes chubascos. De una nube especialmente compacta (“cúmulo congestus” con una ligera formación inferior en “mamatocúmulo”)  se desprendió una tromba o manga marina la cual al contactar con la superficie de la mar creó un intenso vórtice o torbellino tal y como se puede apreciar en la imagen. Este violento fenómeno, que nos sorprendió a todos, se da con la atmósfera muy inestable. Afortunadamente cubren un área muy reducida que pueden llegar tan sólo a los 30 metros de diámetro en nuestras latitudes. 

Fotografía de: Pablo Díez
La progresión era muy lenta, la mar y el viento nos entraba prácticamente por la proa y la velocidad de “confort” no superaba los 4,5 nudos. Una vez que el conjunto de alumnos estuvieron plenamente operativos, viramos sensiblemente hacia tierra intentando conseguir un área más próxima a la costa donde la mar disminuyese y el viento estuviera rolado a favor. Pero a medida que progresábamos las condiciones se mantenían iguales. El tan ansiado role del viento hacia el norte no se daba y tampoco había muchas esperanzas de que ocurriese. 
Fotografía de: Laura y Borja

Fotografía de: Laura y Borja
A las 10.00 de la mañana nos encontrábamos a la altura de un punto intermedio entre Luarca y Navia y en ese momento se decidió arrumbar hacia la ría de Ribadeo, alterando así los planes iniciales y adaptando la travesía a las condiciones meteorológicas reinantes. A las 15.30 horas estábamos situados frente a la ría localizando la primera enfilación para pasar con seguridad los bajos y arrecifes que la flanquean. Poco después apareció la segunda enfilación la cual nos dejó frente al puerto deportivo de Ribadeo. 

Fotografía de: Marisol e Iñaqui
Fotografía de: Daniel Tribaldos
Nuestra intención no era entrar en puerto sino pasar la noche fondeados, para ello recorrimos el extenso y bonito trayecto que hay entre la localidad de Ribadeo (parte gallega de la ría) y Castropol (parte asturiana) para después dirigirnos hacia Figueras, localidad ésta también perteneciente a Asturias. Ya había pasado el repunte de la pleamar  y empezaba el periodo de vaciante, por lo que como consecuencia del escaso calado del área en breve nos íbamos a quedar sin agua bajo la quilla. Y así ocurrió poco después. Afortunadamente un catamarán sólido y moderno se puede permitir este lujo y tras posarse sobre un fondo arenoso, llegó la hora de realizar una suculenta comida/cena en la inmovilidad del lugar y rodeados de negros nubarrones.
Fotografía de: Laura y Borja
Fotografía de: Gonzalo Azcárate
Fotografía de: Gonzalo Azcárate
Posteriormente, y siguiendo el programa establecido, tuvo lugar una clase que tocó temas como: comunicaciones, mal tiempo, convivencia, disciplina y psicología. Los alumnos se mostraron muy participativos y extraordinariamente motivados lo cual facilita la didáctica y satisface enormemente al instructor.
Fotografía de: Gonzalo Azcárate
Fotografía de: Marisol e Iñaki
Con la llegada de la noche la temperatura ambiente cayó en picado y toda la tripulación se dirigió hacia sus camarotes. A las 02.00 horas de la mañana del domingo día 17 el “Gran Bahía II” volvió a flotar libremente con la marea creciente quedando a merced del ancla. Poco después se determinó zarpar y a poca máquina fuimos saliendo de la ría siguiendo en sentido inverso las enfilaciones correspondientes. Una vez en aguas abiertas, arrumbamos hacia en NE con el fin de alcanzar al crepúsculo matutino la altura en latitud necesaria como para encontrarnos en zona de pesca de bonito. Gonzalo Azcárate relata al amanecer la disposición de los aparejos de pesca en el siguiente vídeo. 


                                                                                                                   Vídeo de: Gonzalo Azcárate

Fotografía de: Pablo Díez
Al navegar en esta ocasión con la mar a un largo por babor y el viento por la aleta (al haber rolado al W), las condiciones a bordo mejoraron significativamente aunque la intensidad del viento fue aumentando paulativamente hasta llegar a sobrepasar los 25 nudos con rachas que superaron con creces los 30 nudos cuando irrumpían los chubascos. En consonancia la mar fue aumentando también llegando, pasado el medio día, a superar puntas de 2 metros de altura. No obstante las condiciones se mantuvieron muy confortables a bordo pudiendo incluso desarrollarse la clase prevista en el programa que en esta ocasión versaría sobre: incidentes y/o averías, condicionantes meteorológicos, características de las embarcaciones de crucero, resistencia en la mar, nudos y obtención de proteína fresca: técnicas de pesca en navegación de altura. 
Fotografía de: Laura y Borja

Fotografía de: Laura y Borja

Fotografía de: Marisol e Iñaki
Con siete cañas dispuestas y otros tantos señuelos en el agua, hicimos durante toda la jornada varios trayectos en zigzag con el fin de pasar por caladeros conocidos por el patrón donde habitualmente se localizan los túnidos, pero desgraciadamente para nosotros (estupendo para los peces) no obtuvimos ninguna captura ni picada. Una vez situados a 24 millas al norte de Gijón viramos radicalmente para dirigirnos al puerto de arribada, Gijón. De nuevo Gonzalo Azcárate nos brinda un vídeo sobre esa fase de la travesía.


                                                                                    Vídeo de:  Gonzalo Azcárate

Cuando nos situamos a socaire del Cabo Peñas, el curso estaba llegando a su fin. Fueron 52 horas y 158 millas navegadas donde los alumnos vivieron, por razones meteorológicas, unas circunstancias duras e incómodas de navegación en la primera parte del curso y la adrenalina y perspectiva de pesca inmersos en una mar formada en la segunda parte del mismo. La sucesión de las guardias intempestivas, la responsabilidad personal y colectiva, el necesario descanso en los camarotes, las estrictas normas de seguridad e higiene, las características concretas de la alimentación a bordo, la convivencia, el reconocimiento de uno mismo y sus limitaciones iniciales, las maniobras barajando una meteorología adversa, la calma expectante y nocturna en fondeo, la obscuridad de la noche en la mar, los ortos y los ocasos, el día que propicia la visión general, las nubes congestionadas, los chubascos intensos, una temperatura relativamente baja que obliga a abrigarse convenientemente, un viento contrario y turbulento, algunas olas amenazantes, las salpicaduras y los movimientos erráticos y sorpresivos de la embarcación, algunos tenues rayos de sol... experiencias esenciales que son absolutamente necesario conocer y vivir con el fin de ir creando un propio criterio en base a la PRÁCTICA directa en la mar. 

                                                                                                       Vídeo de: Borja Ferrer

Fotografía de: Marisol e Iñaki
Sólo así, con ejercicios PRÁCTICOS (preferiblemente en condiciones no demasiado benévolas) y la experiencia que se desprende de las horas de mar, se puede llegar a ser lo suficientemente responsable y consciente de las características de la navegación a vela para asegurar un futuro náutico esperanzador lleno de momentos inmensamente satisfactorios consecuencia, en cada momento, de decisiones firmes y acertadas. Por último recordar: para navegar a vela es necesario experiencia, resistencia, humildad y paciencia ¡Un fuerte abrazo para todos! Isabel&Guillermo

1 comentario:

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